Las aristas del conflicto
El conflicto que se vive en las regiones del Norte y los Altos de Chiapas se libra también en otro campo de batalla: el de los medios de comunicación. Algunas organizaciones de derechos humanos vinculados a la diócesis de San Cristóbal han elaborado listas de los grupos paramilitares que actúan en todo el Estado, y que la prensa local reproduce profusamente. Según estos documentos, las responsables de la violencia son entre cinco y nueve organizaciones alentadas por las autoridades o los grupos de poder locales.
Sobre el terreno, sin embargo, los paramilitares son indígenas con nombres y apellidos que apelan como justificación a la necesidad de defenderse de las agresiones de los miembros de las, bases zapatistas que, según ellos, tratan de imponer sus directrices en las comunidades y que están encabezados por los catequistas de la diócesis de San Cristóbal.
El conflicto, muy profundo y complicado, adquiere así una dimensión religiosa que no se puede obviar. La diócesis, que encabeza el controvertido obispo Samuel Ruiz, se niega a aceptar esta vertiente y asegura no tener control sobre las actividades políticas de sus catequistas.
El nuncio del Vaticano en México, el español Justo Mullor, pudo vivir en carne propia las tensiones que se respiran en la zona durante una gira que realizó la pasada semana. Las comunidades priístas lo recibieron con desapego o, abiertamente, ignoraron su presencia. "No es por él, es por Samuel Ruiz, que ha hecho mucho daño", decían los grupos próximos al Partido Revolucionario Institucional en Chiapas.
Los poblados filozapatistas, más agresivos, le gritaron que no pintaba nada allá. Los catequistas indígenas se negaron incluso a traducir a los fieles una de las homilías del nuncio, en la que animaba a seguir las enseñanzas de Dios y no las de "un sabio o de un maestro de vida" como el único camino para vivir "como ser humano y no como animal, matando a sus semejantes".
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