Un calendario trágico

El delegado de Unicef en Burundi cree que el error fundamental es que los países de la región han hecho más hincapié en la seguridad que en la estabilidad. "Hemos visto y volveremos a ver nuevas oleadas de refugiados y matanzas, como estamos viendo estos días en Ruanda, en Burundi, en la nueva República Democrática de Congo (ex Zaire) y la frontera entre Burundi y Tanzania. Toda la situación es muy volátil". Ayer mismo se supo que al menos 84 personas murieron el jueves en el campo de refugiados de Nkamira, al noroeste de Ruanda, en enfrentamientos entre el Ejército ruandés y los rebeldes hutus.Sidibe hace hincapié en que no es posible entender los problemas de Burundi, un país bajo embargo regional tras el golpe del verano de 1996, que devolvió el poder al general tutsi Pierre Buyoya, sin recordar el "trágico calendario" de los últimos años, desde que en octubre de 1996 fue asesinado Melchior Ndadaye, primer presidente hutu (la etnia mayoritaria del país, como en Ruanda) y primero elegido democráticamente, hasta el genocidio ruandés del 1994, pasando por el golpe que, devolvió el poder a Buyoya, la revuelta de los banyamulenges (tutsis zaireños) en octubre del año pasado y el fin del régimen de Mobutu en mayo de este año. "Un reguero que no ha terminado", remacha Sidibe.