Traducciones
Buen discurso el pronunciado por Javier Marías en Dortmund cuando le concedieron el premio Nelly Sachs (EL PAÍS, 15 de diciembre). Pero no comparto sus ideas acerca de las traducciones.La evolución de las lenguas no cambia la calidad de las grandes traducciones del pasado. Hay traducciones tan justas con sus respectivos originales que perduran cuanto perduran éstos. Por ejemplo, las de Constance Garnett, del ruso al inglés, o las de Valéry Larbaud, del iglés al francés, o las de los anónimos traductores de la Biblia hoy llamada The King James version al inglés, o las de algunos clásicos chinos al inglés debidas a Ezra Pound, o las múltiples variaciones de Shakespeare, Wordsworth, Hölderlin o Leopardi en el imperecedero español de Jorge Guillén.
Las traducciones del Quijote al francés, en cambio, han sido, desde el principio, pésimas; sólo, al parecer, la recién publicada de Aline Schulman reúne las características de la obra duradera. La llamada Biblia de Jerusalén es uno de los textos de vuelo más bajo en la historia de la lengua. Y diga lo que haya dicho Borges, las traducciones del ruso al español de Cansinos-Asséns fueron, son y siempre serán abominables.
El problema reside, por una parte, en lo económico: mientras el traductor no logre vivir con su trabajo, que es el caso del 99% de esta gente sacrificada, la traducción será al original no lo que una interpretación musical, sino lo que una mediocre grabación es a la partitura, o lo que una mediocre reproducción de un cuadro es al original. Pero, por otra parte, también reside en el talento del traductor. No olvidemos que, por cada obra original que ha sobrevivido al tiempo, cientos de miles de otras obras han caído en el más definitivo (y tal vez piadoso) olvido.
El traductor tiene, a mi modo de ver, una responsabilidad equivalente a la del autor. Como tal debería ser considerado, ya que como tal el tiempo le pasará la factura. O, si no, tal vez algunos buenos escritores españoles deberían traducir periódicamente El Quijote al español para que no tengamos "la desgracia" de que su lengua nos "sea cada vez más lejana".-
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