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Entrevista:

"El virtuosismo es sólo una herramienta"

Ferran Bono

Empezó a tocar el violín a los siete años y ya no ha dejado de hacerlo, sólo que ahora recorre el mundo con su inseparable Stradivarius de 1699, reclamado por las mejores orquestas. A los 11 años actuó bajo la batuta de Zubin Mehta, pero Gil Shaham rechaza haber sido un niño prodigio y resta importancia a su condición de virtuoso. Y no parece una impostura. El violinista, de 26 años, nacido en EE UU pero criado en Israel, se muestra muy natural y afable. Con gran sentido del humor, en su conversación desacraliza la música clásica. Si ha de elegir, se queda con los compositores del siglo XIX, aunque asegura que le gusta todo tipo de música, incluida la del cine, como demostró durante la entrevista al interpretar los tristes acordes de la película Cinema Paradiso. Admirador del violinista navarro Pablo de Sarasate, de quien ha grabado unos arreglos en su último disco, The fiddIer of the opera (El violinista de la ópera), Shaham está actuando en España.Pregunta. Usted ha declarado que se establece una gran comunicación con el público español ¿A qué se debe?

Respuesta. Me encuentro, muy relajado en España, muy cómodo. No sé por qué, pero se produce una muy buena comunicación. La gente es muy cálida. Quizá es el carácter mediterráneo, y yo crecí en Israel.

P. ¿Es de origen sefardí?

R. Por parte de la familia de mi madre. Pero no se conoce bien la relación exacta.

P. ¿Por qué empezó a tocar el violín tan pronto?

R. Empecé a tocar el violín cuando tenía siete años. Ahora, más maduro, podría aportar mucha filosofía sobre el asunto. Pero en verdad, mi hermano mayor tocaba el piano y supongo que yo tenía celos y quería ser distinto.

P. ¿Había una especial tradición familiar?

R. Mis padres son científicos, pero, en cualquier caso, amantes de la música. Mi madre estudió cuando era joven el piano, y mi padre, el violín. Además, mi hermana es pianista.

P. ¿Fue traumática su infancia por su condición de niño prodigio?

R. Estoy muy contento. Nunca he tenido ese trauma, nunca he pensado que tenía ese talento. Hay niños de cinco años que tienen un gran repertorio... Yo nunca he estado tan capacitado. Me gustaba más irme por ahí con mis amigos que practicar el violín.

P. Su repertorio es eminentemente clásico y tradicional.

R. Sí, sí, soy muy aburrido [sonríe]. Me gusta Bach, Mozart, Schubert.... pero sobre todo me gusta el siglo XIX.

P. ¿Ningún compositor contemporáneo?

R. Pero todavía soy más aburrido, porque me gusta toda la música. Acabo de grabar un disco con André Previn sobre una composición suya.

P. Usted ha trabajado con los más reputados directores, como Zubin Metha, Sinapoli, Riccardo Muti... ¿Sintoniza especialmente con alguno de ellos?R. Sinapoli es con el que he trabajado más frecuentemente. Antes los miraba casi como héroes. Ahora me planteo que es trabajar con amigos, con gente con la que sales después. ¿Conoce el chiste ese de en qué se parece un director de orquesta a un condón?

P. No.

R. En que probablemente sin condón es mejor, pero con él es más seguro [sonríe].

P. ¿Haber grabado fragmentos de óperas célebres obedece a un interés por ampliar su público?

R. Siempre tocábamos [se refiere también al pianista Akira Aguchi] como propinas en los conciertos la variación de Carmen, de Sarasate, y siempre se producía una reacción muy agradable del público. Pensamos que era una buena idea grabar esto y nos hicieron caso. Es un instinto natural en el violinista: escuchas algo que te gusta, y en seguida lo interpretas.

P. ¿Por qué Sarasate?

R. Siempre he tenido una gran atracción por él. Tiene piezas perfectas para el violín. Sus composiciones son tan perfectas que sólo las podría escribir un violinista.

P. ¿No ha pensado tocar jazz?

R. El jazz me gusta, pero creo que no tengo talento. En Nueva York salgo mucho a sitios de jazz, y tengo muchos amigos, músicos clásicos, que también tocan jazz.

P. ¿Tiene especial predilección por interpretar las composiciones más difíciles?

R. No necesariamente. Estas piezas me las planteo como retos. Por otra parte, el virtuosismo sólo es una herramienta, que a veces hay que usar para transmitir un texto.

P. ¿Cómo ve la situación entre Israel y Palestina?

R. Es muy triste, pero soy optimista. Cada vez hay más intercambios entre ambos países. He tocado con un pianista palestino y volveremos a tocar pronto.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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