Juntas en solidaridad con las refugiadas
Anmistía Internacional abre con un concierto la campaña por el 50º aniversario de los derechos humanos
"Africa... Dónde está su ley, dónde su esperanza..." Con estas palabras que forman parte de una canción del dúo guineano Las Hijas del Sol se abrió anoche el concierto Ellas cantan solas, con el que una decena de cantantes y dos actrices, arropadas por la campaña de Amnistía Internacional en conmemoración del 50º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, lanzaron sus voces a favor de las mujeres refugiadas. Un acto que abarrotó el Palacio de Congresos y Exposiciones de Madrid y en el que el silencio y la respetuosa quietud con que todo el mundo seguía el concierto fue roto tras la segunda intervención con los sones caribeños de Lucrecia, quien, no se sabe cómo, hizo bailar a los 2.000 asistentes sin moverles de su butaca, pero inyectándoles ritmo y palmas a cada uno de los presentes, que así se convirtieron en improvisados percusionistas.Con una actitud distinta se siguieron también con atención los textos que para este acto han escrito Fernando Savater, Zoé Valdés, Jesús Ferrero, Belén Gopegui, Irene Gracia, Manuel Rivas y Juana Salabert, entre otros, palabras que fueron leídas por las actrices Magüi Mira y Rosana Pastor.
Noche solidaria
El eclecticismo y la variedad más absoluta marcaron la noche solidaria. Cada una cantó dos temas y todos eran muy distintos entre sí. Mientras Las Hijas del Sol, Lucrecia y Michelle McCain transportaban a otros paisajes, Mercedes Ferrer y Amaral dejaban claro que sus seguidores podían estar entre el público más joven y rompedor. Espacios para la nostalgia y para el asunto de la carne de gallina llegaron de la mano de Dulce Pontes, María del Mar Bonet y María Lavalle; las palmas y el más arraigado flamenco estuvieron con Carmen Linares, que aborda el mismo género pero de manera más ortodoxa que Niña Pastori, quien con sus bulerías enganchó a un público entregado a lo largo de toda la noche y que sólo protestó cuando aparecieron los chicos en escena.Tres representantes masculinos de los medios de comunicación no quisieron que ellas cantaran solas. En cualquier caso todos, ellos y ellas, fueron aplaudidos.
Y es que era una noche para la solidaridad. Todos los asistentes, también los ausentes que se sumaron a la fila cero abierta por Amnistía Internacional, habían acudido a una única llamada a favor de las mujeres refugiadas.
Un grupo social que por diversas razones está más desprotegido que el de los hombres desplazados, a pesar de lo cual la Convención para el Estatuto del Refugiado no incluye el género como causa fundada de persecución, a lo que hay que añadir que las personas que deciden en materia de refugio suelen ser hombres que, en muchos casos, no son sensibles a las dificultades y temores que deben afrontar las solicitantes de asilo.
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