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El Gobierno alemán rehúye responsabilidades por el discurso de un neonazi a la Academia Militar

Pilar Bonet

El último escándalo neonazi en Alemania ha puesto en aprietos a los ministros de Defensa y de Exteriores de este país, Volker Rilhe y Klaus Kinkel, que se las ven y se las desean para explicar cómo un nazi convicto por terrorismo e instigación al asesinato ha podido contar con la colaboración consciente o inconsciente de sus dos departamentos y exponer sus ideas en un tema tan sensible como la regermanización de la provincia rusa de Kaliningrad (la antigua Prusia Oriental alemana).Rühe y Yinkel se pasan la pelota el uno al otro para explicar cómo fue posible que Manfred Roeder, neonazi conocido y vigilado por las autoridades constitucionales alemanas, pudiera obtener en 1994 varios vehículos dados de baja en el Ejército alemán para una sociedad germano-rusa con sede en Kaliningrado y pronunciar en 1995 una conferencia en la Academia de Mandos del Ejército en Hamburgo sobre la emigración de los alemanes de Rusia a aquella región.

El enclave de Kaliningrado, sede de la Flota Rusa del Báltico, se convirtió en territorio de la URSS al término de la Segunda Guerra Mundial. En los primeros años tras el derrumbe del comunismo, las autoridades rusas locales intentaron reactivar económicamente la zona con ayuda internacional, básicamente polaca y alemana. Durante cierto tiempo, los dirigentes de Kaliningrado fomentaron también los flujos migratorios de las minorías alemanas que huían de la pobreza en los nuevos Estados surgidos en el Asia Central.

La presencia de Roeder en la Academia Militar de Hamburgo fue revelada el lunes por el semanario Der Spiegel. Según esta revista, el neonazí Manfred Roeder, de 68 años, dio en 1995 una conferencia en la principal academia militar alemana, cuyo tema era "el asentamiento de los alemanes de Rusia en la zona de Knigsberg (antiguo nombre alemán de la ciudad de Kaliningrado)". Roeder, veterano fundador de varios grupos radicales de extrema derecha desde principios de los setenta, niega la existencia del campo de concentración de Auschwitz y la responsabilidad de Alemania en la Segunda Guerra Mundial. En 1982 fue condenado a 13 años de cárcel por su participación en tres incendios provocados contra domicilios de extranjeros y por su papel de instigador al asesinato y al incendio. Desde 1990 se encuentra en libertad, y se dedica a la "causa" de la regermanización de Prusia Oriental. En 1993 fundó la Asociación Germano-Rusa.

Rühe ha tomado medidas y ha asegurado que no piensa dimitir, aunque el asunto continuaba hinchándose ayer y se incrementaban los sectores políticos y de la sociedad que exigen explicaciones. El jefe de la academia en 1995, el general Harmut Olboeter, ha sido suspendido en su cargo hasta que se aclare el asunto, y el oficial que cursó la invitación, el coronel Norbert Schwarzer, ha sido retirado de su actual cargo de instructor en Albania.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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