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Carta a Darío Fo

Fernando Savater

Querido Dario:Permíteme que te llame así, pese a no conocerte personalmente fuera del escenario, por la familiaridad que favorecen muchos años de admirar tu trabajo, que tanto me ha hecho reír y pensar. Puedes creer que sentí la mayor alegría cuando te concedieron el Premio Nobel. Enhorabuena otra vez, de corazón. Pero ahora he quedado un tanto preocupado por unas declaraciones tuyas (en El Mundo, 3-12-97) sobre la condena a la Mesa Nacional de HB por intentar difundir el vídeo de ETA. En ellas te declaras sorprendido "por la dureza de esta sentencia. Y creo que no sólo yo, sino que ésa es la sensación que se tiene desde Italia. Se esperaba un fallo más sereno, menos drástico". Hasta aquí, desde luego, nada que objetar, salvo quizá que un fallo menos drástico podría no haber sido obligatoriamente más sereno. Y sigues luego: "Este fallo demuestra más debilidad que fuerza. En la cultura, incluso en la lengua latina, la magnanimidad es sinónimo de racionalidad, de paz: es una virtud grande y fuerte". Según tú, "la dureza de esta sentencia es peligrosísima. Este gesto, en un futuro más o menos lejano, puede provocar una reacción desesperada... Éste era un momento muy oportuno para que el Estado demostrara su voluntad de buscar la paz. Resolver la cuestión exclusivamente a través de los tribunales me parece muy peligroso". Recuerdas también que HB es un partido político que ha aceptado públicamente al Estado y que ha sido votado por una parte del pueblo, aunque "cometiese un error grave de inhumanidad al no condenar el asesinato de un joven que era absolutamente inocente", es decir, el concejal asesinado Miguel Angel Blanco. Y concluyes exhortando al Estado español, al Gobierno, al Rey y a los tribunales a que "no sigan por esta vía que sólo aporta luto", y que vuelvan a pensarse el fallo con el fin de sustituir las decisiones de fuerza por los caminos que conduzcan a la paz.

Dando por descontada tu buena voluntad y agradeciéndote además, como vasco, tuinterés por la dramática situación que padece mi país, me asalta la duda de si estás realmente bien informado de dicha situación. Supongo que no basarás tus comentarios, por ejemplo, en el sesgado y unilateral vídeo realizado para la RAI por Giuseppe Ferrara (se emitió en Italia el pasado día 9), verdadero modelo de manipulación. El señor Ferrara ha anunciado además en Bilbao que ha preparado otro vídeo que promete ser no menos descaradamente intoxicador, con el cual espera romper "el bloqueo informativo del Gobierno español sobre la lucha del pueblo vasco". No necesito explicarle a un veterano militante de la izquierda como tú que tanto en Italia como en España existe gente así, izquierdistas que se han impuesto este fin de siglo la noble misión de equivocarse siempre, diciendo y haciendo todo lo que puede contribuir a que se identifique la izquierda con el crimen o el disparate, reinventando émulos del Che a partir de cualquier bárbaro: en una palabra, reforzando los votos de la derecha gracias a la supuesta radicalización de la izquierda. En el País Vasco también abundan, desdichadamente, y alguno además es destacado hombre de teatro, por lo cual incluso podría tener más audiencia contigo que otros. Por si acaso tus informaciones provienen de tales fuentes, intentaré completarlas con otro punto de vista.

Para comenzar, la sentencia del Tribunal Supremo nada tiene que ver con las ideas independentistas de los inculpados ni con su derecho a expresarlas libremente. Eso lo vienen realizando desde hace varios lustros en el Parlamento autónomo vasco y en el español, así como también a través de un periódico y una radio afines o en manifestaciones públicas. El veredicto deja bien claro que no se les condena por el concreto contenido ideológico del vídeo que defiende la llamada "alternativa democrática" etarra, algunos de cuyos puntos básicos son tan democráticos y realistas como la inmediata unificación de Navarra y de los departamentos vascos franceses en una Gran Euskadi libre de ejércitos invasores. Si HB hubiese difundido ese mismo programa como oferta electoral propia, tal como ha hecho en tantas ocasiones, el suceso no habría tenido ninguna repercusión legal. Lo nuevo en este caso es que ahora -quizá inquietos por su poco éxito anterior- pretendieron presentarlo empleando como portavoces a miembros de ETA explícitamente identificados como tales y luciendo bien a la vista sus argumentos persuasivos, las pistolas. Así, la supuesta alternativa se convertía en ultimátum contra los ciudadanos vascos diciéndoles claramente lo que les esperaba si no aceptaban por las buenas lo que ya tantas veces han rechazado en sucesivas convocatorias electorales.

Querido Fo: ¿es admisible, que la junta directiva de un partido político legal emplee tal coacción contra los ciudadanos? ¿Es absurdo deducir que al hacerlo están colaborando con la banda asesina que presentan en la imagen?¿No están así legitimando sus más de ochocientos crímenes anteriores y anunciando los venideros? Porque HB no sólo se ha negado a condenar el asesinato de Miguel Ángel Blanco, sino cualquiera de los demás. ¿Son sólo culpables de esas atrocidades quienes, a veces muy jóvenes, aprietan el gatillo o también tienen cierta responsabilidad los políticos que las presentan como algo justificable y necesario? Los miembros de la Mesa de HB no son presos políticos, sino políticos presos, que no es lo mismo. Políticos presos por haber hecho algo que no es política, sino incitación y apoyo al terrorismo. ¿Es "política" su condena? Tanto como lo habría sido su absolución ocualquier otro veredicto. Es política porque tiene repercusiones políticas inevitables dada la personalidad de los acusados, pero no porque carezca de fundamentos jurídicos. Los mismos que protestan por la politización de la sentencia añaden luego que puede ser negativa para la paz en el País Vasco. ¿Hubieran preferido que fuese política pero en otro sentido, que de nuevo se hubiese dado la impresión de impunidad a los partidarios de la violencia para convencerlos así de que debían dejarla cuanto antes?

Imaginemos un escenario a la italiana. La Euskadi unificada que proponen ETA y HB no es ni más ni menos históricamente razonable que la Padania de la Liga Norte. Cuenta ciertamente con menor apoyo electoral. Imaginemos que la Liga estuviese secundada por una banda armada que hubiera asesinado ya al alcalde Cacciari de Venecia, a Norberto Bobbio y a unos cuantos cientos de ciudadanos más. Y que entonces la Liga cediese sus espacios electorales para que los asesinos, enmascarados y pistolas en ristre, sirviesen de portavoces ominosos a sus demandas. Imaginemos que llevasen ya décadas haciendo públicas esas amenazas, pese a gozar de una de las autonomías políticas más completas de Europa, sin que tal tolerancia disminuyera ni un ápice la violencia. ¿Debería el Estado seguir atrincherado en la bendita magnanimidad o sería ya hora de que interviniese legalmente para proteger de esos mafiosos a la mayoría de los ciudadanos?

Por lo demás, amigo Fo, sigue siendo cierto que hay que buscar con generosidad y audacia el necesario camino de la paz. De que haya encarcelamientos no nos alegramos ninguno de quienes ya hemos conocido personalmente la cárcel cuando la democracia era un sueño lejano. Pero tampoco queremos que el desconcierto oportunista o la debilidad terminen llevándonos a una nueva dictadura. Espero que, al menos en parte, nos comprendas.

Fernando Savater es catedrático de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid.

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