Lolita despega
El anterior disco de Lolita, ¿Quién lo va a detener?, significó un giro de 180 grados en su trayectoria artística. Ahora sale su segundo álbum de la nueva etapa, Atrasar el reloj, en el que la cantante demuestra que, efectivamente, el cambio es sustancial. Lolita es una roquera en cuerpo y alma, y se mueve convincentemente en los terrenos del pop. La verdad es que la chica sabe latín. Desde muy joven está acostumbrada a los escenarios, en los que ha hecho de todo por compromisos familiares. Han tenido que pasar muchas cosas para poder expresarse con voz propia, pero lo está consiguiendo. La cosa tiene su mérito porque hasta hace poco andaba por ahí con la bata de cola y la peineta cantando coplas tradicionales del folclor típicamente español.Enrique Morente dijo hace tiempo que Lolita despegaría en el momento en que sacase "el quejío que lleva dentro". Pues ya lo sacó. Este disco podría llamarse lamento, y está cuajado de pasión, mimos, añoranzas, sensualidad, movimiento. Lolita carece de rencores y sus canciones parecen un manifiesto de alguien que está en paz consigo mismo.
Lolita
Lolita (voz), Tato Icasto (teclados),Fernando Illán (bajo), Bob Sands (saxo), Raúl Pérez y Patxi (trompetas), Javier Catalá y Javier Fuertes (guitarras eléctricas), Juan Maya (guitarra española), Cristina Narea y Maite Pizarro (coros). Sala Kapital. Madrid 3 de diciembre.
La herencia de Antonio
En este nuevo disco hay cinco o seis temas que pueden pegar fuerte si su compañía los apoya adecuadamente. Por ejemplo, el que da título al álbum, una canción rescatada de la herencia de Antonio Flores. Porque Lolita está fuertemente influida por su hermano: la misma filosofía vitalista, el desgarro, la brisa de solidaridad, la melancolía, un cierto sentimiento cósmico de la existencia, un guiño a diversos libertinajes. Para que quede bien claro, el recital termina con No dudaría. Aunque muchos no se han enterado todavía, Lolita es una de las voces femeninas del pop español que merece la pena escuchar. Es una mujer brava, o eso parece, que ha llorado mucho, que sigue llorando y que, principalmente, vive. Y además, es muy bailable.Tras ellas, una magnífica banda, contundente. Lástima que el ritmo del espectáculo sea compulsivo. Hay demasiados tiempos muertos entre canción y canción. Estos intermedios rompen el crescendo y restan coherencia escénica. Lolita tiene que imprimir vértigo a su propuesta. El desgarro no admite interferencias. A pesar de ello, Lolita despega. Y Atrasar el reloj es un trabajo muy digno que puede llegar al corazón de las gentes.
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