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El Parlamento ruso aprueba una amnistía que pondrá en la calle al 40% de los reclusos

Un millón de presos se hacinan en las cárceles rusas, el doble que a finales de 1991, cuando la URSS saltó hecha pedazos. La mayoría de ellos sobreviven en condiciones infrahumanas, sin espacio físico suficiente, mal alimentados y pasto de numerosas enfermedades. La ley que la Duma (Cámara baja del Parlamento) aprobó ayer en primera lectura permitirá paliar este hacinamiento salvaje. La amnistía afectará a unas 435.000 personas, 35.000 de las cuales cumplen condena en firme. Otras 60.000 verán reducida su pena. El resto son preventivos o en libertad condicional.

Los diputados acordaron que la ley no se aplique ni a los organizadores de las pirámides financieras que arruinaron a millones de personas ni a convictos de crímenes "de extrema gravedad", ni que pueda aplicarse para tapar escándalos como los que afectan ahora al ex ministro de privatizaciones Alfred Koj y al vicejefe del Gobierno Anatoll Chubáis.Aunque aún falte el trámite de otras dos lecturas en la Duma, el debate de ayer dejó claro que la amnistía será pronto un hecho. La ley no necesita pasar por el Consejo de la Federa ción (equivalente al Senado) y entrará en vigor en cuanto sea publicada en el diario oficial. Los diputados acordaron que se aplique fundamentalmente a los soldados "que lucharon en defensa de la patria" en conflictos como los de Afganistán y Chechenia, a embarazadas y madre, de niños pequeños, y a ancianos, inválidos, menores y enfermos.

La Cámara mostró su preocupación por el efecto que puede tener la liberación de miles de presos que sufren de tuberculosis, como consecuencia de las pe nosas condiciones de reclusión. Algunos informes sostienen que uno de cada 10 reclusos padece esta enfermedad, potencialmente muy contagiosa. Por eso, los diputados han pedido al ministro del Interior, Anatoli Kulikov, que informe urgentemente de cómo y con qué fondos se les va a atender cuando salgan a la calle. Algunos expertos consideran que la incidencia de la tu berculosis podría doblarse en Rusia si no efectúa un control efectivo cuando se aplique la amnistía.

La situación de las cárceles rusas es lamentable. Siete de los más prestigiosos escritores rusos redactaron recientemente una carta pública al presidente Borís Yeltsin en la que exigían que el control de los centros de reclusión pasase del Ministerio de Interior al de Justicia y denunciaban que uno de cada tres presos no ha sido sometido aún a juicio y que muchos ni siquiera tienen espacio físico para sentarse. Consideraban especialmente escandaloso que las prisiones estén llenas de condenados y procesados por delitos insignificantes mientras los jefes del crimen organizado, los asesinos a sueldo y quienes les contratan escapan impunemente a la acción de la justicia.

Torturas y malos tratos

Según fuentes del Ministerio del Interior, hay en las prisiones rusas 724.000 convictos y 269.000 preventivos, una población carcelaria 10 veces superior, en términos proporcionales, a la de los países europeos desarrollados. Un informe hecho público en abril por la organización Human Rights Wacht-Helsinki aseguraba que la tortura y los malos tratos son habituales, en tanto que Amnistía Internacional sostiene que el hacinamiento, por sí solo, ya constituye una tortura. Y ponía como ejemplo el centro penitenciario moscovita de Matroskaia Tishina, donde se amontonan 140 presos en un pabellón que, teóricamente, debería albergar sólo a 35.La catastrófica situación económica rusa es, en buena medida, culpable de la situación. Cuando no hay dinero para pagar a médicos o maestros, difícilmente puede haberlo para, por ejemplo, alimentar adecuadamente a los reclusos. Pero, como asegura Lev Razgon, conocido defensor de los derechos humanos, "hay dinero para construir palacios y catedrales, pero no para cárceles" que acaben con el hacinamiento y reúnan las mínimas condiciones de habitabilidad. Las cárceles actuales son peores, dice, que las del gulag que él mismo sufrió durante el terror estalinista.

El propio Yeltsin envió un escrito a la Duma, dominada por la oposición comunista y nacionalista, en la que defendía la amnistía "no sólo por motivos humanitarios", sino porque "eso permitiría aliviar la tensa situación en las cárceles y mejorar las condiciones de confinamiento".

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