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El agua correrá por el canal del Acueducto

El Acueducto de Segovia, declarado por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad, volverá a recuperar su actividad como obra hidráulica, aunque de manera simbólica, ya que está previsto que sobre su canal de mampostería se instale una conducción de plomo a lo largo de los 958 metros de la parte visible de este monumento romano. Con motivo de las obras de consolidación adjudicadas recientemente por la Junta de Castilla y León a la empresa Geocisa, por 546 millones de pesetas, se están realizando ensayos en los últimos arcos, colocándose una tubería abierta.

Según el arquitecto director de las obras, Francisco Jurado, la instalación de un canal de plomo sobre el de piedra está justificada porque es totalmente reversible, pudiendo retirarle sin que sufra la construcción original. Sin embargo, permitirá que se recupere su función de acueducto, aunque el agua que circule sólo sirva para alimentar algunas fuentes ornamentales. Además, cuando corra el agua, al final de los trabajos urgentes de consolidación, se dará idea de que el monumento ya se ha restaurado, recuperando su uso que perdió en el siglo XIX en que fue colocada una tubería de presión cubierta con muretes de ladrillo, que se retiró en las obras de restauración realizadas en 1970.

Arcos centrales

Desde el pasado mes de octubre, después de que la Junta firmara un convenio con Caja Madrid por el que esta entidad aporta 300 millones de pesetas, se están llevando a cabo obras en 10 pilares, del 92 al 101, los más próximos a los arcos centrales ya consolidados donde existía más riesgo de desprendimientos, ya que pasaban por debajo unos 30.000 vehículos diarios, hasta 1992, fecha en la que se cortó el tráfico, aunque la circulación no se ha apartado totalmente del monumento ya que actualmente coches y vehículos pesados discurren a menos de diez metros del monumento.En esta última etapa de las obras, las tres primeras zonas que se quieren restaurar son las de la parte del monumento alrededor del sotabanco, en la zona central, todas con doble arcada, y lo que queda en una planta se acometerá en fases sucesivas hasta que todo el proceso de actuación urgente emprendido por el Gobierno regional, hace cinco años, quede concluido hacia la primavera de 1999, habiéndose invertido entonces en torno a los mil millones de pesetas.

Además de la limpieza superficial en seco y de eliminar el material existente entre las juntas, las obras contemplan el repaso de la mampostería que rodea el canal, el tratamiento de la piedra con agua alcoholada para eliminar microorganismos y, en caso necesario, el microcosido y el bulonado de los sillares, con inyecciones de resinas especiales con el fin de sellar grietas y fisuras. Un aspecto novedoso, a juicio de Francisco Jurado, es la medición de los depósitos de contaminación sobre la piedra y el hecho de que cada uno de los 20.400 sillares, distribuidos en 166 arcos y 120 pilares, cuente con una base de datos totalmente informatizada.

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