El museo de Santiago recuerda a Broodthaers, un "artista total"
Marcel Broodthaers (Bruselas, 1924-Colonia, 1976) encarnó una figura transgresora y una suerte de artista total. De joven se entregó a la poesía, cautivado por Mallarmé y el símbolismo francés, y en los últimos 12 años de su vida se dio a un frenesí creador en el que trató de derribar las fronteras entre literatura, cine y artes plásticas. "Nunca cesó de reinvertarse a sí mismo y a su propio lenguaje", explica Manuel Borja-Villel, comisario de la retrospectiva de Broodthaers que, producida por la Fundación Tápies, fue inaugurada ayer en el Centro Galego de Arte Contemporáneo (CGAC), en Santiago de Compostela.Es una muestra extraña y "compleja", advierten de entrada los organizadores. En las salas del museo se amontonan objetos personales (viejos teatrillos de juguete, instrumentos ópticos del siglo pasado, postales antiguas ... ), una instalación que simula un jardín de palmeras, piezas elaboradas con cáscaras de huevo y de mejillón, cuadros que se limitan a representar el nombre de algún escritor, fotogramas de películas célebres y proyectores que dan cuenta de las peculiares ideas fílmicas de Broodthaers.
Son constantes las citas a otros artistas, literatos como Joyce, Swift, Poe, Wilde, Carroll o Blake, y cineastas como Hitchcock, Truffaut, Raoul Walsh o Arthur Penn. La muestra incluye también una reconstrucción del rudimentario taller de cine que el artista tenía, antes de fallecer, en su casa de Düsseldorf.
Broodthaers, al que los críticos consideran una de las figuras clave para la configuración del arte contemporáneo, vivió alejado de las preocupaciones cotidianas, entre ellas del dinero. Su viuda, María Gilissen, evocó ayer en Santiago las penurias económicas del matrimonio. "Se dedicaba al cine y no tenía dinero para hacer películas", relata Gilissen, "pero se las arreglaba como podía.
Lenguajes del cine
Broodthaers entendía el cine, que da título a la exposición, de un modo muy peculiar. "Lo consideraba como una manifestación artística del siglo XIX", precisa el comisario Borja-Villel. En realidad, el propio Broodthaers declaró en una ocasión: "No soy cineasta. Para mí, el cine es la prolongación del lenguaje. Empiezo con la poesía, luego con el arte visual y finalmente entro en el cine, que reúne diversos elernentos".Entre la precariedad de medios, su vocación transgresora y la fidelidad a los primeros balbuceos del arte de las imágenes en movimiento, las películas de Broodthaers tienen un aire confuso y de tosquedad deliberada. Muchas veces el protagonista es él mismo, tratando de escribir bajo la lluvia un poema con pluma estilográfica o invitando a los transeúntes, en una esquina del Hyde Park de Londres, a que visiten la Tate Gallery. Ninguna dura más de 20 minutos.
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