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Entrevista:

"La Universidad sale muy barata a este país"

El cargo de rector de la Universidad Autónoma de Madrid no ha alejado de las aulas a Raúl Villar. Catedrático de Física de la Materia Condensada, da clase de física para no científicos y también a estudiantes de primero de Biología. Tiene 49 años, lleva casi cuatro como rector y está dispuesto a presentarse el año que viene para un nuevo mandato. Defiende una Universidad abierta al talento, no supeditada a las condiciones económicas de los estudiantes, y considera que, en sus conflictos con la Administración, los rectores no han sido portavoces de sí mismos, sino de los universitarios.P. ¿Qué nota le pone a la Universidad española?

R. Bastante buena. Buena en enseñanza, en investigación y en algo muy importante, la relación con la sociedad, con las empresas, la participación en actividades y debates culturales. Naturalmente que tenemos problemas: un proceso muy largo de implantación de planes de estudio, la inestabilidad de parte del profesorado y los problemas de financiación. El ministerio tenía recelos para aceptar las propuestas del Consejo de Universidades y de la Conferencia de Rectores, pero en las últimas semanas se ha llegado a acuerdos entre rectores y Administración.

P. ¿Es optimista sobre ello?

R. No sería rector si no creyese que los problemas pueden resolverse. Ahora bien, se ha propuesto una reforma, y toda reforma debe tener apoyo presupuestario.

P. ¿A qué atribuye el año perdido y cómo se explica este destaponamiento?

R. Es difícil de interpretar. El cambio sólo lo puede explicar la ministra, Esperanza Aguirre. No tengo claro por qué se bloqueó la situación ni por qué se ha desbloqueado.

P. ¿Es el del profesorado uno de los problemas más graves?

R. Lo fundamental es la calidad de los títulos, su adecuación a la demanda de la sociedad, la modernización de las enseñanzas, la necesidad de formación continuada para los profesionales. Pero estos objetivos requieren que el profesorado tenga una situación bien establecida, ordenada y con expectativas.

P. ¿La funcionarización es la solución o el problema?

R. En los años setenta proponíamos una alternativa de contratación laboral. Aquello fue correcto y lo seguiría siendo ahora. Resultó un gran error de la Ley de Reforma Universitaria orientarse hacia una Universidad de funcionarios. Ha alentado las críticas de endogamia, pero lo peor es que ha sido inviable. Es bueno abrir la vía de la contratación y será necesario ampliarla.

P. Hablar de endogamia es una costumbre muy universitaria.

R. No es fácil convencer a la gente de lo contrario, porque hay una campaña amplia y con cierto fundamento. Pero la Universidad es una de las instituciones menos endogámicas, mucho menos que muchas Administraciones y empresas públicas y privadas.

P. En algunos sectores se culpa a la Universidad, por decirlo crudamente, de convertir en impunidad su autonomía.

R. Eso sólo está en la cabeza de algún político.

P. ¿De quién?

R.No quiero personalizar. Lo cierto es que, en las- encuestas que se publican, la Universidad sale bastante mejor que las demás instituciones. Ese sentimiento de impunidad no existe en la sociedad. Por otro lado, la Universidad tiene una gestión transparente, democrática y que no conduce a la ineficacia. Por decirlo en términos comprensibles, la Universidad es una institución que sale muy barata a este país. Hacemos muchas cosas con unos medios y un personal muy escasos.

P.¿En qué se diferencian las privadas de las públicas?

R. Todas pueden impartir bien los títulos, pero la Universidad tiene también encomendada la investigación. Y en esto, la única que brilla es la pública. Lo mismo sucede en la libertad de cátedra y de debate, hay cauces de expresión más abiertos en la pública. Además, hay algo que no hacen las privadas: atender a la igualdad de oportunidades. En una sociedad moderna, la Universidad debe estar abierta al talento, al margen del nivel económico y de otras cuestiones.

P. A veces se ha percibido cierto pánico de la Administración hacia los rectorres.

R. No creo.Somos todos muy pacíficos. Lo que nos tienen es bastante recelo como símbolos. La soledad percibe que la Conferencia de Rectores expresa con prudencia la opinión de las universidades y los universitarios. Si la ministra se enfrenta a la opinión de las universidades, la"sociedad no lo ve bien.

P. ¿Qué opinión tiene de la gestión de Aguirre?

R. No es mi afición juzgar la gestión de los ministros. Ha habido una etapa en la que tenía un gran recelo hacia los rectores. Algunas personas llevaron a su ánimo que nosotros no representábamos la opinión de las universidades, a veces se ha dicho que teníamos intereses electoralistas. Da la impresión de que ha cambiado.P. ¿Es poco todo lo que se gaste en la Universidad?

R. Dicho así suena muy duro; pero dicho de otra manera, la financiación de las universidades españolas es muy inferior a la del entorno. Y esa inferioridad viene de hace años.

P. ¿Se ha llegado al tope de universidades? Desde ahora, ¿será peor cuantas más haya?

R. Tenemos suficientes. Lo que hay que hacer es mejorar la calidad. Esta proliferación de privadas por aquí y por allá es negativa, no porque introduzca más competencia, sino porque en muchos casos disminuye la calidad del conjunto.

P. ¿Se puede atajar esto?

R. Claro que sí. No se deberían autorizar muchas de ellas.

P. Uno de los factores con mayor resonancia endogámica son las oposiciones.

R. La endogamia no es cuestión de oposiciones. La inmensa mayoría de los tribunales funcionan correctamente. Es un buen sistema, aunque los hay mejores.

P. ¿Cuáles?

R. El de la Universidad de Harvard, que es completamente endogámico, por cierto. La universidad llama a quien le parece y lo ficha.

P. ¿Como en el fútbol?

R. Sí. En esa universidad, el rector es responsable, pero esa responsabilidad va acompañada de capacidad de decisión.

P. ¿Cree que aquí hay más responsabilidad que capacidad de decisión?

R. En general, sí. El sistema es realmente complicado. Si en una universidad ponen de rector al gerente o al consejero delegado de una gran empresa, al mes se ha vuelto loco y se va. Es un sistema muy complejo, pero cuando se conoce permite que la universidad funcione bien. Una labor básica del rector es la persuasión y el debate.

P. Como catedrático de Física de la Materia Condensada, ¿qué le parece el plan de humanidades de Aguirre?

R. Doctores tiene la Iglesia. Recuerdo el artículo de Antonio Muñoz Molina en EL PAÍS, el 9 de noviembre, porque me instruyó bastante. Reconozco que me siento perfectamente identificado con su opinión. El problema no es estar de acuerdo o no con el plan, sino la necesidad de mejorar las asignaturas humanísticas. Ahora bien, si se hubiese hecho algo parecido en la Universidad, antes se habría establecido un amplio debate del que habría salido la propuesta.

P. ¿Escucha la sociedad española a su Universidad?

R. Permítame que critique a los medios de comunicación. Los ciudadanos están inundados de información, una gran parte de ella sin rango universitario ni científico e incluso sin rango de verdad. Hay quien opina sobre cuestiones científicas, no sobre ideología, personas que en la Universidad no podrían opinar porque no están cualificadas y no lo están porque no saben. El arma de la Universidad es el rigor intelectual. Quizá no seamos el oráculo de Delfós, pero en los debates serios se nos tiene en cuenta.

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