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Savater recuerda a María Zambrano como "una francotiradora necesaria"

El filósofo Fernando Savater definió ayer a Manía Zambrano, durante un homenaje que se celebró en memoria de la pensadora en el Círculo de Bellas Artes, de Madrid, como "una francotiradora necesaria, al margen de todo academicismo"; y. la llamó también "filósofa del oído", desobediente por todos los poros con aquella consigna de su maestro Ortega: "O se hace literatura, o se hace precisión o se calla uno". El acto se abrió con la proyección del vídeo Un lugar de la palabra: Segovia, en recuerdo de la ciudad en que Zambrano pasó su infancia y adolescencia, y que ha sido rodado por Alfredo Castellón con la voz de la actriz Marisa Paredes.

En el coloquio posterior, José Luis Abellán recordó la vital importancia de esa ciudad en su formación, cuando Zambrano era alumna del instituto en que daba clases Antonio Machado y, sobre todo,: en el recuerdo de España que mantuvo la pensadora durante su largo exilio. "En breve sé publicarán las obras completas de Blas Zambrano, maestro extremeño y padre de María, que allí en la casa segoviana de su destino influyó decisivamente en el pensamiento de su hija", anunció Abellán.

Marisa Paredes ha puesto voz a la Antígona de Zambrano y con ese pretexto el filósofo Jesús Moreno se refirió a la posición de María Zambrano frente a las categorías masculino y femenino. "En su obra hay un canto expreso a la feminidad; pero en la medida en que rechaza cualquier sino, por considerarlo una positivación de la abyección y la avidez y, en definitiva, valga la redundancia, un reduccionismo, no creo que podamos adjudicarle la etiqueta de feminismo en un sentido convencional", explicó Moreno.

Valores femeninos

Jesús Moreno afirmó también sobre el pensamiento de María Zambrano: "Ella atribuía a la conducta típica de los varones la violencia y el expolio del peor desarrollo dela cultura occidental, y ensalzaba por contra los valores femeninos,lo que denominaba 'el apego almundo de la sangre y de los dioses', la 'lógica del sentir' o la 'vitalidad intrahistórica' de las mujeres. No creo, por esto, que se contentara con invertir el orden de las cosas. Porque lo curioso es que, al tiempo que elogiaba el coraje autoafirmativo de algunos mitos femeninos, como Antígona o Eloísa, aun a costa de su soledad,apreciaba valores femeninos en varones como Lezama Lima, Emilio Prados, Nietzsche o Valle-Inclán. Creo que su posición es la defensa de una androginia primordial, que veía encarnada en San Juan de la Cruz, más allá del género de su portadora o portador".

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