La ballena muerta en Santander quedará sumergida durante dos años
Veinte técnicos trabajarán en la disección del cetáceo
Biólogos del Museo Marítimo del Cantábrico comenzarán en las próximas horas la disección de la ballena muerta el pasado fin de semana en la playa cántabra de Oriñón tras la creación de una improvisada factoría ballenera en pleno casco de la ciudad, aunque la posesión del esqueleto del rorcual, de 19,5 metros de longitud y 70 toneladas, quedará a merced del mar durante unos dos años. Tras el estudio de las vísceras, los restos serán sumergidos envueltos en una red, a 40 metros de profundidad.
Tres habían sido las alternativas presentadas a los políticos por los biólogos que dirige Gerardo García Castrillo; entre ambas partes los encuentros se prolongaron durante horas en los últimos días dada la complejidad de la operación prevista. Se podía optar por devolver el animal a la naturaleza para que, prosiguiendo el ciclo biológico sirviese de alimento a peces y cangrejos una vez sumergido a 3.000 metros frente a la costa de Cantabria en el llamado Cañón de Ajo. Sin embargo, esta operación malograría los estudios científicos que promoverá el examen e las vísceras.Los biólogos sugirieron también la recuperación del esqueleto mediante la inmersión en el mar del cuerpo envuelto en una red hasta 40 metros de profundidad fuera del impacto ambiental que también sirviese de pasto a una ingente manjúa (gran concentración de peces) por un periodo de dos años con controles mediante buceos para hacer un seguimiento de la evolución del proceso.
Al fin, ayer por la mañana tras una nueva reunión de hora y media se optó por la operación más laboriosa y científicamente más interesante; esto es, un despiece anatómico y sistemático de la ballena para un profundo estudio de las vísceras y la introducción de los restos en los fondos marinos con vistas a la recuperación del esqueleto unos 18 meses después. Los biólogos del museo habían expresado a sus interlocutores los pros y contras de las tres alternativas y sus dificultades. El proceso, como era de esperar, quedó en manos de los primeros que antes de iniciar sus actividades deberán a toda prisa crear una especie de factoría ballenera en el dique de Gamazo junto al cual en 1886 se creó la primera estación biológico-marina del país. En el muelle, como consecuencia del gas metano que produce las vísceras en descomposición, la ballena, cual si se tratase de un enorme globo, surgió ayer en la superficie.
En el Museo Marítimo no es la primera vez que se diseccionan cetáceos, aunque no de este volumen. El uso de bombas permitirá arrojar toneladas de agua sobre el campo de operaciones a fin de permitir a los biólogos conocer plenamente lo que están haciendo. Los trabajos se prolongarán durante más de un mes día y noche. "Se trata", advierte el director del museo José Luis Casado, "de montar algo así como un gran quirófano al aire libre".
La apertura del enorme vientre descubrirá unas 20 toneladas de vísceras. Unas 20 personas, entre técnicos y auxiliares, trabajarán en los restos y cuidarán de evitar el mínimo impacto ambiental. Si todo va bien, como se espera, dentro de dos años el esqueleto enriquecerá el museo, fundado en 1981 y visitado anualmente por 80.000 personas.
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