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El alcalde de Melilla reconoce que los defectos detectados en el tanque de agua no se arreglaron

El alcalde presidente de Melilla, Ignacio Velázquez, reconoció ayer que los técnicos municipales detectaron hace tiempo defectos en el depósito de agua cuyo reventón causó el lunes nueve muertos, seis de los cuales fueron enterrados ayer, y 41 heridos. "Los conocíamos", dijo, "pero no teníamos potestad sobre la obra y confiábamos en quienes la dirigían". A su vez, la ministra de Medio Ambiente, Isabel Tocino, insistió en que se llevará a cabo "una investigación exahustiva" y que se depurarán "las responsabilidades de todo tipo" que pudieran haberse producido. Las pesquisas se centran sobre todo en la persona que dio la autorización para empezar a llenar el tanque pese a que no ofrecía todas las garantías.

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Melilla vivió el día de ayer entre el duelo y la búsqueda de los responsables del reventón del depósito de agua de Rostro Gordo que el lunes inundó la ciudad de muerte y destrucción. Seis de los nueve fallecidos como consecuencia de la riada, ya identificados, recibieron sepultura en la intimidad -por expreso deseo de sus respectivas familias, el Ayuntamiento no instaló capilla ardiente oficial-. Las 112 personas que perdieron sus casas comenzaron a tramitar solicitudes de ayuda a las administraciones y 30 de los 41 heridos recibieron el alta hospitalaria. Hay abiertas dos investigaciones: una en la Confederación Hidrográfica del Sur y otra en el Juzgado de Instrucción número 3. Una asociación de vecinos había denunciado en más de 350 ocasiones la marcha la construcción de los tanques sin que se atendieran sus demandas.Los melillenses conservaban el estupor pero se empeñaron en volver a la normalidad. A pesar del mal estado de las calles del centro, no se suspendieron las clases en los colegios ni se cerraron los comercios. La limpieza se realizó desde la madrugada. Todos participaron: desde los operarios municipales hasta la policía militar y el Ejército pasando por un centenar de inmigrantes subsaharianos de los que se apiñan en la Granja Avícola a la espera de pasar a la Península y que se ofrecieron gratis.

La riada dejó sin casa a 112 personas, que se han instalado temporalmente en hoteles y dependencias municipales, como el edificio conocido como el de la gota de leche, donde hay 56 acogidos. Los de la barriada de Averroes, los más afectados, pasaron ayer por sus domicilios para recoger sus pertenencias. La Consejería de Urbanismo ha anunciado que se está estudiando una fórmula para reparar las viviendas menos dañadas para que sus inquilinos puedan volver enseguida. Pero éstos han advertido que no piensan hacerlo. "Es una locura meterse otra vez ahí. Los pilares están destrozados", comentaba uno.

La Delegación del Gobierno ha comenzado ya a tramitar las solicitudes de ayuda de los vecinos que han podido evaluar sus pérdidas. Para facilitar esta tarea se han desplazado también a la ciudad técnicos de la subdelegación del Gobierno de Málaga. El director general de Protección Civil, Juan San Nicolás, que viajó ayer a Melilla para supervisar el operativo, adelantó que "se espera tener la evaluación completa de los daños en un máximo de 15 días", aunque advirtió que depende "de la celeridad con que la gente pueda acudir a dar parte".

El delegado gubernamental, Enrique Beamud, garantizó que las ayudas del Gobierno central y del Ayuntamiento llegarán "tan pronto como haya una estimación de las pérdidas". Pero, por el momento, sólo se sabe que han sido importantes. Al menos, lo son los daños sufridos en los comercios del barrio de El Polígono. "Yo he perdido más de tres millones en mercancías", se quejaba el dueño de un bazar. Otro blanco de las quejas de los vecinos lo constituían los técnicos municipales encargados de pasar a peritarlos. Su tardanza obstaculizaba las labores de limpieza. "Aquí no aparece nadie y tenemos que limpiar", se desesperaba una vecina de El Polígono a la una de la tarde.

Pese a que se vivieron escenas trágicas durante todo el día, el momento más emotivo fue el entierro de seis de las siete víctimas mortales que han podido ser identificadas hasta el momento. Aún resta confirmar las identidades de dos de origen árabe. Entre los fallecidos que recibieron sepultura estaba Sonia González, la joven embarazada de ocho meses que murió junto a sus dos hijos, de 11 meses y cuatro años, atrapada en un piso de las viviendas del barrio de Averroes. Su cortejo fúnebre salió de la sede del centro gitano y su funeral y el de sus dos hijos se celebró según el rito evangelista.

El obispo de Málaga, Antonio Dorado, ofició un funeral en memoria de las tres víctimas católicas: Antonia Mohamed, Josefa Sánchez y Josefa Bernal. Hoy recibirá sepultura Mohamed Butieb, la séptima víctima identificada. Los médicos temen por la vida de Mimona Chinlali y Mohamed Mo, que permanecen en la UCI del hospital comarcal con pronóstico muy grave.

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