_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La vía Elkarri

Antonio Elorza

No está bien visto poner en tela de juicio el proyecto de Elkarri. Aquí sus defensores adelantan que en cualquier caso ellos tienen más argumentos y en Euskadi, desde el nacionalismo, se recomienda silencio mientras ellos se lanzan a la apología. Aun así, la cosa es demasiado seria como par dejarla pasar sin el tamiz de la crítica.Para empezar, el diagnóstico de Elkarri es muy discutible. Hay un problema de terrorismo con respaldo político en la sociedad vasca, pero no, según dice Elkarri, "una disfuncionalidad" por falta de consenso en la situación política desarrollada a partir de un Estatuto que en su día recibió el 90% de los votos vascos y que permite a Euskadi ejercer el mayor grado de autogobierno y libertad conocido en su historia. Y el mayor de que disfruta una minoría nacional en un Estado europeo. Otro tanto ocurre en Navarra, y en cualquier forma no son Elkarri ni ELA los capacitados para deslegitimar las instituciones democráticas, por supuesta falta de consenso, bajo el pretexto de ir hacia la paz.

Porque la Disposición Adicional Primera no autoriza la lectura torticera de Elkarri y sus mentores. No permite el libre despliegue hacia lo desconocido de los derechos históricos a los que declara respetar y amparar, pero precisando inequívocamente a renglón seguido que su actualización tendrá lugar dentro de la Constitución y de los Estatutos, entonces aún por elaborar. Y esto es lo que sucedió tanto en la Comunidad vasca como en Navarra, cuyo Estatuto se presenta explícitamente como "amejoramiento del fuero". Por algo en Elkarri la cita de la disposición se atiene a la primera parte, el respeto y amparo, ingnorando deliberadamente la segunda, en la cual se concretan esos marcos donde los constituyentes mayoritariamente aspiraron a resolver lo que hubiera de pendiente en la cuestión foral. La interpretación de Elkarri lleva a otra cosa. Lo expresaba muy bien anteayer un dibujo elo ¡oso publicado en Deía, con un recipiente etiquetado como Constitución que se vacía rápidamente por un agujero donde pone "Disposición Adicional Primera

Así que no existe en el proyecto constitucionalismo, sino invocación de la Constitución a efectos de poner en marcha un procedimiento extraconstitucional, que es algo bien distinto. Estaposición es acorde con lo que siempre ha pretendido Elkarri según la hipótesis del "contencioso": colocar el procedimiento de solución del problema vasco en un punto de partida en apariencia equidistante, pero siempre fuera del marco institucional español. El fundamento son los "derechos históricos", pero estos en su concreción, desde la existencia de las Juntas Generales por provincias a la excepcionalidad fiscal del Concierto Económico actualizan hoy ya efectivamente elementos del régimen preconstitucional de origen foral. Es lo acorde con la disposición adicional y los estatutos. En cambio, no cabe aceptar unos derechos históricos que, en el plan de Elkarri, se apartan de sus contenidos concretos de foruak para convertirse en lo que definió Sabino Arana como lagizarrak, leyes viejas que reflejan la soberanía originaria de los vascos, esencialmente unidos a los navarros, y fundamentan en consecuencia, como mínimo, un tipo de relación "paccionada" (sic) con el orden constitucional, y en realidad, una soberanía plena ejercida paradójicamente sin las necesarias garantías democráticas para los ciudadanos vascos y navarros. Porque ni por derechos históricos -por esencias, si Nafarroa Euskadi da; por el voto sería más conveniente, como prescribe la Constitución- puede unirse de entrada a vascos y navarros, separados desde 1200, ni el régimen foral tuvo nada de "paccionado", en el sentido de reparto de soberanía, ni más allá del mito los fueros eran de naturaleza que justificase la "expresión democrática de la voluntad mayoritaria de la ciudadanía". Tomados globalmente, los derechos históricos, de Serbia sobre Kossovo, de Israel sobre Palestina, vienen a anular precisamente el principio democrático, que debe defenderse a toda costa. Se trataría, como propone el dos de Elkarri en El periódico de "actuar como lo que somos", reflejando el "hecho diferencial vasco" (Navarra absorbida) en un procedimiento expresión de esa esencia, de hecho suprahistórica, por mucho que hable de derechos históricos, procedimiento que relega las instituciones "pertinentes" -¿cuáles?- al papel de refrendar lo hecho por una comisión extraparlamentaria. Conclusión: más vale detenerse a elaborar, si es que existen objetivos políticos que desde el marco legal vigente generen efectivamente un mayor consenso. No es cuestión de modos, sino de fines, aun cuando posiblemente, los promotores del escrito de Elkarri tengan bien pensado que en su procedimiento el fin, el punto de llegada, está incluido.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_