La novedad nostálgica
A estas alturas, al jazz no le debe quedar ya nada por redescubrir, reformular o revisitar. Incluso a Larry Coryel, hombre de su tiempo y declarado amigo de la novedad, le ha entrado la vena nostálgica y ha decidido buscar su propio referente histórico para ponerlo al día. En teoría, su elección no podía ir mejor encaminada, porque no abundan en su discografía títulos de la originalidad y frescura de Spaces, un notable trabajo grabado en 1975 con la selecta compañía de, entre otros, John McLaughlin (guitarra) y Billy Cobham (batería). La práctica descubre que, efectivamente, Coryel ha copiado la configuración instrumental de aquel hito, pero que también ha picoteado en otros proyectos anteriores y posteriores de valor incierto.Confiere autenticidad a Spaces Revisited la presencia de Cobham, un espectacular batería con bíceps de campeón de halterofilia y un concepto hollywoodiense de la percusión. El veterano ex miembro de la Mahavishnu Orchestra y de las bandas eléctricas de Miles Davis, advirtió de entrada que nadie se trabaja duro los músculos para luego ejercer de fino estilista. Así, en el tercer concierto del Festival de Madrid acentuó con vigor olímpico y utilizó el bombo como implacable apisonadora. Los dos guitarristas se dejaron llevar por la euforia del atlético acompañamiento y alternaron líneas moderadamente intrincadas con amigables efectismos que fueron celebrados por un público muy aplaudidor.
Larry Coryel Spaces Revisited
Larry Coryel y Bireli Lagrene (guitarra), Richard Bona (bajo eléctrico) y Billy Cobham (batería). Centro Cultural de la Villa. Madrid, 11 de noviembre.
Tras el arranque con una inofensiva pieza modal y un templado ejercicio funky, la sección rítmica se retiró para dejar que Coryel y su pareja guitarrística, Bireli Lagrene, contrastaran estilos. El Autumn leaves resultante fue lo más lucido de la noche porque, después, Coryel se quedó en solitario para entregar una pieza llena de arpegios ensoñadores y armónicos algo cursis, y el grupo al completo desarrolló un arreglo tirando a artificial de una de las obras maestras de Charlie Mingus, Good bye pork pie hat. La sesión se consumió en una versión trepidante de Oleo que Cobham aprovechó para ser epicentro de un terremoto sonoro.
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