El precio de los libros de texto
Bien a título personal como librero, bien como ex presidente de la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL), o bien como actual responsable en CEGAL del área del libro de texto, me dirijo a usted para comunicarle mi complacencia por la claridad expositiva de las páginas dedicadas hace unos días al precio de los libros de texto, pero con el deseo de que, ahora que es el momento, y en la forma que usted estime, se clarifiquen dos errores que nos afectan.Lamentablemente para nuestros beneficios económicos, no es cierto que el mercado del libro de texto funcione como el de los periódicos o revistas, como C. A. afirma en Ni pactos ni oligopolios. Los libreros debemos firmar con cada editor un contrato-aval por el que nos comprometemos al pago del cien por cien de nuestro pedido, en fechas concretas, y únicamente nos beneficiamos de la posibilidad de devolver el 12%, cifra que siempre resulta corta, pues, como es fácil de comprender, en un catálogo colectivo de 20.000 títulos la capacidad de error es grande, teniendo en cuenta que los pedidos se hacen en primavera y que la posibilidad de cambios descoloca cualquier previsión. Esto origina que nuestro margen se reduce en las existencias sobrantes, que debemos, financiar hasta el curso siguiente con el gran riesgo de, títulos obsoletos.
En este punto debo referirme al reparto de porcentajes del infograma. Es cierto que nuestro margen es del 25%, pero así como en el porcentaje del editor se hacen análisis para concretar su beneficio neto, de nuestro margen se debe deducir desde el 5% permitido por ley que generalmente cedemos en la campaña escolar, el coste del cobro por tarjeta de crédito -muy generalizado-, la citada financiación de las existencias sobrantes y todos los capítulos de gastos generales de cualquier negocio, que en su análisis más ajustado nos llevan a un beneficio final contrastado del 3%.
Lo peor de todo es que estos números son conocidos y admitidos en los ministerios de Cultura y Hacienda, por lo que seguimos sin encontrar explicación posible a la modificación del decreto del precio único, que conscientemente acarreará el cierre de miles de librerías y eliminará del mercado miles de títulos de alto valor cultural.
Lo que rechazamos frontalmente es la explicación oficiosa de que las librerías que cierren será como consecuencia de estar mal gestionadas y que los libros que se pierdan será por ser innecesarios. Estas afirmaciones son una manifiesta falta de respeto hacia unas profesiones que han creado uno de los tejidos culturales más importantes de nuestro país y que ahora se han visto atacadas frontalmente, derivando hacia ellas demagógicamente un clamor social.-
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