Tumultos en Bruselas tras matar la policía a un joven magrebí
Bruselas vivió del viernes al sábado una noche de tumultos muy cercana a la rebelión racial. El popular barrio de Anderlecht, uno de los más desfavorecidos de la ciudad y tierra de acogida de la inmigración magrebí, se levantó contra la gendarmería tras la muerte a balazos de un joven de 24 años, sospechoso de ser un traficante de drogas. De un lado, 300 jóvenes armados con barras de hierro, adoquines como proyectiles y algún cóctel mólotov; del otro, más de cien gendarmes y policías municipales protegidos con camiones cisterna, cascos, escudos, armas.
Todo empezó a última hora de la tarde del viernes. La gendarmería y la policía de Anderlecht habían montado un amplio dispositivo para detener a Fahid Chakry, un sospechoso de narcotráfico que había escapado la víspera de un cerco policial semejante. Cuando salía de un domicilio acompañado de un supuesto cliente, Chakry descubrió la vigilancia y se introdujo en su BMW 325. Según la policía, el sospechoso se abalanzó sobre un coche camuflado para romper el cerco y los gendarmes dispararon en defensa propia. Según algunos testigos, "le mataron como a un perro, le metieron nueve balazos en el cuerpo". Al menos una bala atravesó el parabrisas e hirió a Fahid, que falleció dos horas después en un hospital. Su acompañante, indemne tras la refriega, fue detenido.
Después llegó la reacción popular, las cargas policiales, el vuelo incontrolado de los viejos adoquines de Bruselas, el estallido de un cóctel mólotov, la captura y destrucción de un coche policial abandonado. Un motín, en fin, de 300 jóvenes airados, casi todos ellos de origen magrebí, hartos de soportar lo que definen como constantes abusos policiales.
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