Raimon presenta 30 años después un disco grabado en directo en el Palau
"Claro que volvería a cantar por las victimas de ETA", afirma el cantante
Son 22 canciones, grabadas entre el 30 de abril y el 3 de mayo en los cinco recitales que Raimon (Xátiva, 1940) ofreció en el Palau de la Música de Barcelona. Hay canciones míticas, de siempre, como Al vent, Veles e vents o Diguem no; otras difíciles de encontrar en las tiendas -como Al meu pais la pluja-, y algunos temas nuevos tomados de su último disco en estudio, Cançons de mai (Canciones de nunca). El disco se titula Recitals al Palau, y evoca de inmediato a otro, editado hace 30 años, que marcó la historia de la nova cançó: Raimon al Palau. El cantante, que acaba de recibir la Medalla de Oro de la Generalitat y un Premio Ondas, lo presentó ayer en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.
Parece aún increíble que este hombre pacífico y risueño, poeta y cantautor curtido, según dice, en "el gusto por la vida y la tolerancia y el desprecio del miedo y de la muerte", fuera sometido a una pitada en el acto de solidaridad con las víctimas del terrorismo de ETA. Unos meses después de aquel episodio, Raimon no, sólo no se arrepiente de haber cantado en Las Ventas -"Sí, volvería a hacerlo"- sino que la distancia del tiempo le permite juzgar las cosas con más frialdad y humor: "Yo creo que aquel gesto de intolerancia forma parte de una actitud de indiferencia general ante las lenguas minoritarias que se hablan en España. Si los medios de comunicación le dedicaran al catalán, el gallego o el vasco algo más de espacio, difícilmente ocurrirían cosas como esa. Ahora, sabiendo lo que me iba a encontrar, vendría con más protección, más preparado. En todo caso no me pitaron por cantar mal, porque antes de empezar ya estaban silbando, y eso es de agradecer. Porque contra los intolerantes estamos desde el principio".
Cosas raras
Así que la elección del lugar de la presentación de su nuevo disco es significativa, pero por otras cosas: "Madrid es una especie de isla donde siempre me han aplaudido y me ha gustado venir. Cosas que no ocurren en otros sitios, como Andalucía, donde voy rara vez, o el País Vasco, donde he ido este año a celebrar el centenario del orfeón Donostiarra, aunque fuera de allí no se ha enterado nadie por esas cosas raras que siguen pasando con las autonomías".Está algo cansado de este año agitado, en el que ha hecho más de 40 actuaciones en una gira que patrocinó el Avui y que le ha llevado desde el circuito catalán hasta Gran Bretaña. Y a la vez está contento, afirma, porque ha encontrado "un público muy heterogéneo, gente tan mayor como yo y otros que casi podrían ser mis nietos".
Raimon sabe que cantar en catalán mengua sus posibilidades de difusión -"Sube los gastos y reduce el mercado, porque nadie que no cante en castellano o inglés tiene mucho que hacer"-, pero acepta que él mismo se pone dificultades suplementarias: "No quiero polideportivos, ni fiestas mayores, prefiero los teatros".
Y al mismo tiempo siente que hay cada vez más gente que "tiene curiosidad y sensibilidad para oír cosas de más calidad que ese ritmo machacón de ocho compases, estribillo y estructura siempre idéntica, hasta agotar el minutaje".
Eso se nota también en el nuevo fenómeno comercial. surgido con los nuevos cantautores, aunque la experiencia de Raimon dice que hay que esperar: "Está muy bien que vendan discos, pero con los cantautores pasa como con el vino. Se necesita tiempo para saber con quién es. el compromiso, con ellos, con el público o con la casa de discos".
Babelia
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