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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Desafío de Sadam

EL PRESIDENTE Sadam Husein ha intentado forzar la desesperada situación en que se halla Irak después de siete años de embargo. La pasada semana impidió la entrada en el país a dos técnicos norteamericanos, miembros de la comisión de investigación de la ONU que controla el desarme del régimen de Bagdad. Y ha ordenado la próxima expulsión de otros 10. Es una evidente provocación a la ONU, pero ante todo a Estados Unidos, el máximo defensor de un embargo que tiene paralizado el desarrollo económico de Irak causa inmensos sufrimientos a la población y ha fracasado por completo en lograr sus objetivos fundamentales, que eran provocar el derrocamiento de Sadam.Son varios los aliados de Washington que, a la vista del desarrollo de los acontecimientos, consideran que ha llegado la hora de poner fin a un bloqueo que no ha cosechado ninguno de los resultados apetecidos. El sufrimiento de la población iraquí no ha debilitado significativamente al dictador. Y el mundo ve cada vez con mayor desazón los efectos de un embargo que sufre la población iraquí. Es una apuesta arriesgada, pero no absurda, de Sadam Husein su decisión de enfrentarse a las resoluciones dé la ONU.

Sadam quiere forzar un nuevo debate en las Naciones Unidas sobre el embargo a Irak y la catástrofe humanitaria que ha provocado en estos siete años. Y las posibles represalias, incluido el ataque armado por parte de una fuerza internacional, no parecen ser ya para él un factor disuasorio suficiente. Sadam ha solicitado la mediación de Rusia, Francia y China para evitar un ataque que sería liderado por Estados Unidos. En estos países deposita sus esperanzas de provocar fisuras en el frente internacional que lo condenó al aislamiento.

Está perfectamente claro que Sadam no puede tener éxito en este desafío al Consejo de Seguridad de la ONU. Y que la comunidad internacional ha de intervenir enérgicamente cuando un dictador como el iraquí intenta echarle un pulso. Pero también es cierto que las operaciones políticas deben revisarse cuando son un fracaso. Y el embargo a Irak no ha sido otra cosa. Washington debería percatarse de esto. Las inspecciones militares en un país tan manifiestamente agresivo y belicista como Irak deben continuar. Pero el castigo masivo a la población, ya sistemáticamente maltratada por quien la gobierna, no es ya una opción política. Y ha acabado siendo una aberración moral. Hay que acosar a Sadam como a todos aquellos que gobiernan desde la represión, el oscurantismo y la falta de escrúpulos. Pero es difícil justificar ya el acoso a sus víctimas.

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