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Una red de 'narcos' burla el cerco policial y cuela más de 5.000 kilos de cocaína en Asturias

Una red de narcos ha logrado desembarcar en el Cantábrico e introducir en Asturias un alijo de entre cinco y seis toneladas de cocaína sin que la policía ni el Servicio de Vigilancia Aduanera pudieran impedirlo, pese a estar preparados desde hace al menos dos semanas para desbaratar la operación. Al advertir que los traficantes habían burlado la vigilancia, el Ministerio del Interior ha puesto en estado de alerta a las jefaturas superiores de Policía de Galicia y Asturias, así como a las comandancias de la Guardia Civil. Pese a los controles y rastreos, anoche no se había hallado la pista del cargamento de droga.

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Lo que podía haber supuesto el mayor alijo de cocaína interceptado jamás en España ha quedado, por el momento, en un fracaso. Un fracaso del que ninguna de las unidades participantes en la operación policial se quiere responsabilizar y del que ayer no había explicación oficial. Para hoy, lunes, está convocada una reunión en el Plan Nacional sobre Drogas en la que la policía y el Servicio de Vigilancia Aduanera harán un análisis de lo ocurrido.Diversas fuentes reconocen que entre los investigadores existe la convicción de que los narcotraficantes han logrado introducir más de 5.000 kilos de cocaína por algún punto de Asturias. Muy posiblemente por la comarca de Tapia de Casariego, donde la Guardia Civil interceptó el mes pasado un cargamento de 4.800 kilos de la misma droga.

Los investigadores sospechan que los narcos consiguieron trasvasar la droga, durante la tardenoche del viernes, desde el buque nodriza hasta lanchas planeadolas, sin que la operación fuera detectada por los agentes del Servicio de Vigilancia Aduanera que desde días antes tenían controlado el barco.

La Dirección General de la Policía requirió, durante la noche del viernes, la colaboración de la Guardia Civil para poner inmediatamente en marcha un importante despliegue de rastreos y controles de carretera en el límite de las comunidades de Galicia y Asturias. En el dispositivo intervinieron también helicópteros.

El engaño

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Los narcotraficantes lograron engañar a la policía en el último momento. La operación de captura, puesta en marcha hace 10 días, se sostenía sobre numerosos datos buenos y uno malo, pero éste resultó ser definitivo para el fracaso de la redada. Ésta había sido preparada por la Unidad Central de Estupefacientes, después de que, en colaboración con los aduaneros ingleses, tuviese conocimiento de que un barco con más de 5.000 kilos de cocaína -uno de los mayores alijos descubiertos en España- se dirigiría hacia las costas de Galicia a finales del pasado octubre o principios de noviembre.La información indicaba, además, que el buque nodriza se detendría en aguas internacionales y esperaría hasta trasbordar la droga, a un pesquero, cuya tripulación sería la encargada del traslado de la cocaína hasta tierra firme. En vista de que los datos se iban confirmando -la policía comprobó hace dos semanas que el barco ya estaba en camino- el juez central de instrucción número 5 de la Audencia Nacional, Baltasar Garzón, al frente de la investigación, dictó un auto para que el Servicio de Vigilancia Aduanera (SVA) procedera al abordaje de ambos barcos en el momento mismo en que se estuviera produciendo el trasvase de la mercancía.

La tripulación del Petrel, uno de los barcos que el SVA suele utilizar en este tipo de operaciones de asalto, comprobó a mediados de la semana pasada que las informaciones de la Unidad Central de Estupefacientes sobre la situación del buque que transportaba la droga hacia España eran exactas, por lo que los aduaneros se colocaron a una distancia prudencial desde la que seguir la marcha de los narcotraficantes.

Durante varios días, los aduaneros controlaron al barco nodriza sin intervenir. Las órdenes del juez Garzón, según fuentes del SVA, eran muy claras: "Había que abordar el barco, intervenir la droga y detener a los traficantes en el momento del trasvase de la cocaína desde el barco nodriza al pesquero; ni antes ni después. Nosotros estábamos al acecho esperando ese momento".

Pero el jueves, la situación empezó a complicarse. El barco cargado con la cocaína, que en esas fechas se encontraba frente a las costas de Galicia, puso rumbo hacia aguas próximas a Asturias y, lo que era mucho más peligroso, se acercó a la costa. "Nosotros", continúa un responsable del SVA, "seguíamos esperando instrucciones operativas, pero cuando vimos que el barco se acercaba más de la cuenta a la costa, solicitamos permiso para el abordaje del nodriza; pero se nos ordenó que siguiéramos esperando".

Los aduaneros empezaban a acusar cierto nerviosismo. Hay que tener en cuenta que el SVA no suele permitir que los barcos se acerquen a menos de 40 millas de la costa para evitar que los narcos pueden obtener ayuda desde tierra y burlar el control policial. Pero los responsables de la operación tenían claros los objetivos: no sólo habla que interceptar la droga y detener a los tripulantes, sino también a los del pesquero, al resto de la red que esperaba en tierra y a los capos de la organización.

La consigna era esperar. Pero posiblemente se esperó demasiado. El barco nodriza, que se había acercado a 12 millas de la costa, viró 180 grados y empezó a alejarse. Policías y aduaneros sospechan que varias planeadoras -lanchas muy veloces, como las que utilizan en Gibraltar y Galicia los contrabandistas de tabaco- se acercaron al buque desde tierra, cargaron la droga en apenas media hora y desaparecieron en la oscuridad de la madrugada, entre el jueves y el viernes pasado.

El director del SVA, Luis Rubí Blanc, tras asegurar que su departamento actuó correctamente, se limitó a decir: "La operación no la dirigíamos nosotros, y en todo momento cumplimos las órdenes que se nos fueron dando".

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