Japón, la reforma pendiente
Tras 50 años, de singularidad, los nipones buscan cómo vivir en un mundo globalizado
ENVIADA ESPECIALTransformar más fines de semana en puentes para que mejore la economía es una de las medidas que el partido del primer ministro japonés, Riutaro Hashimoto, acaba de proponer para estimular la economía. Tras medio siglo de crecimiento sostenido, Japón se encuentra en una fase de estancamiento que está poniendo nerviosos a ciudadanos y políticos por igual. Los economistas, sin embargo, critican ese tipo de medidas coyunturales y piden reformas estructurales que modernicen un sistema que, por lo demás, consideran bastante sólido.
A primera vista, Japón no da la sensación de atravesar una crisis económica y mucho menos una recesión. Los hoteles de las zonas turísticas están llenos, hay que hacer cola en los restaurantes y los barrios de diversión de las grandes ciudades permanecen animados hasta la madrugada. Con todo, no hay oficina gubernamental en la que no se quejen de las restricciones presupuestarias y, lo que parece más preocupante, en los últimos meses ha caído el consumo privado.
"Antes disponíamos de vehículo oficial para realizar nuestro trabajo, luego nos dijeron que utilizáramos taxis y ahora que nos movamos en metro", se queja un intérprete de un organismo oficial. "El Gobierno lleva tiempo diciendo que la recesión ha tocado fondo, pero no es verdad", asegura una funcionaria que acusa las largas jornadas de trabajo en un ministerio y casi tres horas diarias de transporte para ir y volver a su trabajo.
"La economía japonesa no ha entrado en recesión", desmiente por su parte Kazuei Tokado, catedrático di Economía de la Universidad de Karida. "Desde 1992 se halla en moderada expansión (de un 1,5% a un 2%), lo que en contraste con el crecimiento de entre el 4% y el 5% anterior hace que se perciba como un estancamiento".
Tokado atribuye la caída del consumo que se viene percibiendo desde el pasado mes de abril no tanto al incremento del impuesto sobre el consumo que en esa fecha (inicio del año fiscal japonés) pasó del 3% al 5% como al adelanto de compras que motivó su implantación.
El director regional del BBV para Asia y el Pacífico, Javier Esparza, coincide sustancialmente con este análisis. Esparza, con una veintena de años de experiencia en Japón, considera que "los fundamentos económicos del país son buenos". "Discrepo de los analistas que desde principios de los noventa vienen diciendo que la economía japonesa está hundida. ¿Cómo es posible eso cuando se trata de la segunda economía mundial y sus exportaciones han crecido un 170% en el último año? se pregunta. "Lo que sí tiene Japón es un problema fi nanciero: un sistema obsoleto, que explotó tras la burbuja inflacionista de los ochenta y que exige una modernización", añade convencido de que van camino de resolverlo.
"La política industrial tradicional ya no va bien, por ello estamos realizando estudios para mejorar", reconoce por su parte Yoshiyuki Sugiura, investigador del Ministerio de Comercio e Industria Internacionales (el poderoso MITI, como es conocido por sus siglas en inglés).
Las seis reformas anunciadas por Hashimoto al inicio de su mandato (fiscal, financiera, administrativa, educativa, de la seguridad social y de la estructura económica) aún están por concretar. En opinión de Tokado, "las medidas estructurales se están llevando a cabo muy tarde en relación con Estados Unidos, Europa o América Latina porque el modelo económico tradicional funcionaba y durante 50 años no ha habido necesidad de ellas".
"No habrá cambios drásticos. Está en el aire el cambio de la estructura Financiera, pero no el cambio social. No está en juego la esencia japonesa", concluye Esparza.
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