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El acusado de sabotaje a la central de Cofrentes achaca el fallo a la fábrica

El trabajador de la fábrica de elementos combustibles nucleares de Juzgado (Salamanca), Manuel Méndez Acosta, despedido tras ser acusado de dañar seis barras de combustible remitidas a la central de Cofrentes (Valencia) para la recarga del núcleo del reactor, ha negado ser el autor de lo que se ha calificado de sabotaje, al tiempo que ha denunciado la falta de medidas de seguridad en la fábrica y fallos en el control de calidad de los productos.

El trabajador, que afirma que "es materialmente imposible" causar ese daño a las barras desde su puesto de trabajo, ha presentado una querella criminal contra el director de organización de la Empresa Nacional de Uranio (Enusa), propietaria de la fábrica.

Una vez que su abogado, Emeterio Peralta, ha actuado ante los tribunales, Manuel Méndez Acosta ha decidido hacer pública su situación y ha manifestado a EL PAÍS: "bajo ningún concepto he dañado las barras, pero me han cargado un muerto". El trabajador despedido ha indicado también, con relación a la empresa: "me da la sensación de que saben que han metido la pata, pero no quieren volverse atrás, quizá para no tener que reconocer que fallan el control de calidad y la seguridad de la fábrica, porque tienen algo muy claro: los clientes, con un caso así, iban a dudar de Enusa y, entonces, la salida era adjudicar un sabotaje a alguien".

En la comunicación de despido disciplinario -realizada en el domicilio del trabajador el 16 de septiembre por el director de recursos humanos y un miembro del equipo de investigación- se afirma: "En el periodo comprendido entre el 29 de enero y el 12 de junio del presente año y en diferentes fases y lugares del proceso de fabricación (zona de inspección por rayos X, zona de elementos montados) causó usted [Méndez Acosta] un daño a las barras de combustible que a continuación se relacionan".

En relación con las barras se añade que "el daño lo realizó usted reiterada e intencionadamente utilizando una herramienta afilada especialmente, que percutió contra las barras en cuestión".

El arma del crimen

El trabajador despedido, que se integró en la plantilla de la fábrica de Juzgado en 1985 ha afirmado que la inspección encontró en el cajón de su mesa de trabajo una herramienta con virutas de circaloy, y ese es el fundamento de la acusación. "Pero esa herramienta es un elemento de trabajo común, que entra en contacto con las barras y, por tanto, necesariamente se le adhieren residuos de circaloy. La tenía yo y la tienen otros, porque se necesita para el trabajo".Méndez Acosta ha precisado que, conociendo como se conocía en la fábrica que, tras el fallo advertido en Cofrentes, se realizaba una investigación, "hubiera sido muy tonto para coger la herramienta y meterla en mi cajón, siempre abierto y al que tienen acceso otros compañeros. Desde luego, el más tonto sabe que el cuchillo del crimen hay que tirarlo al río".

Por parte de Enusa, su portavoz, Ángel Entrena, ha destacado que "el trabajador no dice que a su herramienta le faltaba el remate del apunte, porque se había desgastado intencionadamente con una piedra. Tampoco dice que los restos de acero hallados en las barras coinciden perfectamente con la composición del acero de su herramienta".

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