La rana que no piensa
El renacuajo sin cabeza ni cola conseguido en laboratorio es el profeta del hombre clónico que cada uno podrá tener en el futuro para trasplantarse cuando lo necesite. Yo produciría, si pudiera, un clónico; a condición de ser yo el otro, el de la nevera, y que el otro trabajase, amase, engendrase, votase y se quedase definitivamente solo: sufriera. La cabeza: suya. Para él toda: es la causa de todos los males del sujeto, ya que no puede ser individuo real, y la civilización -la fuerza de quienes la tienen- le obliga a amasarse y a vivir contra su voluntad. Mi clónico estaría en la vida de la masa, en el teatro: yo, en el trastero, esperando.Mis compañeros lo discuten. Unos: simplemente les repugna físicamente. No, en cambio, el trasplante de restos de muerto, ni de material inorgánico -Pilar Miró con el corazón de hierro viejo, como decía Umbral, que la dedicó uno de sus arranques de belleza en el periodismo-, ni de chimpancé o cerdo. Otros: no aceptan los clónicos, por principios éticos, ni que la vida se puede guardar. Los terceros: su religión les hace temer el destino de Prometeo, o el castigo de Frankenstein. No creo mucho en la ética: prefiero la probidad. La ética es un arma del de arriba: Él no la usa- para sí mismo (léase la crónica de tribunales, las páginas de economía y de sucesos), sino para insuflarla en el hombre mentalmente clónico y que contenga sus ilusiones de un poder que le podría llevar al exceso. En el colegio, la clase de ética o la clase de religión son iguales y producen la misma obediencia. Mejor, como dicen que alguien dijo, el parchís. La honra, el honor, son espectáculos: se tienen hacia fuera, para ser vistos. Pueden llevar al revólver o la regañina, a la navaja. La probidad es para uno mismo: si es capaz de salir del soplo ya citado, el prefabricado por generaciones de pensadores colaboracionistas, de teólogos, de maestros del arte. La comisión llamada de bioética, en Estados Unidos, es gubernamental: el poder sobre la vida y el comportamiento. Un crítico del último informe de esa comisión recuerda que en Estados Unidos nacen treinta clónicos al año: los gemelos univitelinos. Y explica que estos hermanos son mucho mas "indénticos" que los clónicos. (De paso: cree que es un abuso peligroso el que hacen los padres de gemelos acentuando su parecido con trajes iguales, costumbres idénticas: deberían, en cambio, ayudarles a encontrar cada uno su verdadera identidad: distinta del otro).
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