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El Ejército argelino cerca los bastiones del GIA en vísperas de las elecciones locales

Juan Carlos Sanz

A unos 20 kilómetros del hotel con vistas a la bahía de Argel donde los periodistas extranjeros han vuelto a ser confinados durante la campaña de las elecciones locales del próximo jueves, unidades del Ejército desbrozan con excavadoras el bosque de Bainem en busca de la guerrilla de Hocin Jelifi, Flicha, jefe del comando de los Grupos isIámicos, Armados (GIA), que remató a hachazos el 6 de septiembre a más de 50 personas. Eso es lo que decían los periódicos argelinos de ayer. Pero en Argelia todo parece ahora desmesurado.

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Las matanzas de civiles que ensangrentaron el verano con cientos de cadáveres; las operaciones militares en el centro y el oeste del país, en una oleada bélica sin precedentes contra el maquis integrista que aún no se ha sumado al alto el fuego, se airean ampliamente en las primeras páginas.El Watan, el mismo rotativo que da cuenta del acoso a los feudos del GIA en las afueras de Argel, se extraña en otro artículo de que los 180 periodistas extranjeros acreditados para cubrir los comicios municipales y provinciales -los primeros en. siete años, tras la arrolladora victoria del FIS en junio de 1990- se interesen más por los asuntos de seguridad que por las elecciones. Muchos reporteros occidentales se han visto despojados -durante 24 o 48 horas, según los casos- de sus cámaras y ordenadores en la aduana del aeropuerto Huari Bumedian, bajo, el pretexto de que no eran periodistas residentes. TVE, por ejemplo, comenzó a emitir ayer desde el país magrebí, a pesar de contar con un equipo de enviados sobre el terreno desde el pasado sábado.

Mientras, la prensa local hace hincapié en los despliegues militares contra el GIA, la más radical y sanguinaria de las guerrillas islámicas, en las boscosas alturas de la capital argelina que abren un pasillo oculto para los movimientos del maquis desde las faldas del Atlas hasta el corazón de la alcazaba. Otras informaciones explican que el avance de las tropas con excavadoras también se debe a que los rebeldes islamistas han sembrado de minas y bombas de fabricación casera los accesos al bosque de Bainem.

Tras la sucesión de matanzas de agosto y septiembre, el Ejército, que detenta cada vez menos en la sombra el poder real en Argelia, quiere mostrar a la aterrorizada población que puede garantizar la seguridad ciudadana durante los comicios locales. La reciente ofensiva antiguerrilla de Uled Alel, en la que los periodistas argelinos han podido estar presentes en el escenario de combates, es buena muestra de la voluntad del régimen del presidente Liamín Zerual de plantar cara a las acusaciones de pasividad que se lanzaron contra las fuerzas de seguridad tras las últimas carnicerías.

La prensa local informó de que el pasado fin de semana 21 civiles murieron en una serie de acciones de la guerrilla al tiempo que una emboscada de la guardia rural costaba la vida a 12 rebeldes. En el clima de pánico que vive el país, una explosión provocada por un cortocircuito en el centro de Argel hizo pensar en un principio en un nuevo atentado.

Un candidato del islamista Movimiento por una Sociedad Pacífica y otros tres militantes de ese partido murieron ayer por disparos en una mezquita en la provincia suroccidental de Oued. En Argel, la policía dispersó ayer una inusitada manifestación de mujeres que con el velo islámico salieron a la calle en demanda de noticias de familiares desaparecidos. Según testigos, se trataba de una veintena de madres y hermanas, con fotos de sus familiares.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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