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ELECCIONES EN GALICIA

El Gobierno atribuye el alza del nacionalismo gallego a su componente de izquierdas

Luis R. Aizpeolea

El Gobierno atribuye el alza del Bloque a su componente de izquierdas y no al nacionalista. El Ejecutivo resta así gravedad al éxito de la formación liderada por Xosé Manuel Beiras y ahorra un debate poco grato: el de la expansión de los nacionalismos en el mapa político español. No habrá cambio de rumbo en la relación con los nacionalismos. El mensaje de La Moncloa es que "el descalabrro del PSOE" ha motivado que se vote más al BNG, "pero más como fuerza de izquierdas que como nacionalista". "Se ha buscado en Galicia un voto útil ante la desorganización del PSOE".

Desde el Gobierno se recuerda que el nacionalismo gallego, Coalición Galega, de centro-derecha, hoy desaparecida, ya obtuvo 11 escaños en 1985 y que ahora puede pasar a 19, con el nacionalismo de izquierdas del BNG, gracias "a los cuatro escaños reales que ha perdido la coalición de izquierdas" y, tomo consecuencia "de unos años en los que el PSOE ha sembrado confusión en Galicia y España".El Gobierno compara lo sucedido ahora al PSOE con lo que pasó al PP, y antes a Alianza Popular, cuando eran partidos débiles. A mediados y finales de los ochenta se produjo un auge de los regionalismos de centro-derecha -Unión Valenciana (UV), Partido Aragonés (Par)-, que se estancaron a partir de 1992 cuando el PP empezó a reafirmarse como una alternativa sólida de Gobierno. "Más que por afirmación, los nacionalismos y regionalismos crecen por decepción de los partidos nacionales más o menos afines", se analiza desde La Moncloa.

Los ámbitos gubernamentales estiman que el PSOE ha ofrecido estos años a su electorado gallego "una enorme confusión en su mensaje, liderazgo y organización". Los mismos ámbitos valoran que, en contraste, "el Gobierno del PP ha aparecido estable y serio" y que "se ha manifestado en un voto equilibrado entre el medio urbano y rural".

Pero el auge del nacionalismo gallego del BNG coincide con una implantación del canario, a través de Coalición Canaria, y, sobre todo, con una radicalización de los nacionalismos catalán y vasco. Un sector del PNV apuesta con el resto de las fuerzas nacionalistas vascas, incluida HB, por la superación del Estatuto de Gernika, tras el bloqueo de la negociación con el Gobierno del llamado bloque social -cuota del Inem, Seguridad Social- del Estatuto. Jordi Pujol ha reclamado a medio plazo los impuestos especiales y a cuatro años vista un Concierto Económico para Cataluña como el vasco.

Búsqueda de votos

El Gobierno también resta importancia a estos movimientos de los partidos nacionalistas más tradicionales. Ayer, desde La Moncloa se atribuía esta actitud del PNV y CiU al crecimiento del PP en las comunidades vasca y catalana, donde gobiernan ambos partidos nacionalistas, y que les lleva a buscar "votos no ideológicos y más nacionalistas".El Ejecutivo trata de defenderse del ataque del PSOE a su permisividad con sus aliados nacionalistas con el argumento de que sus pactos "están escritos, firmados y presentados por primera vez, en contraste con la ejecutoria en este terreno del Gobierno socialista". Desde La Moncloa se insiste en que "los logros autonómicos de los nacionalistas en esta etapa, como la financiación autonómica, se han extendido a todas las comunidades autónomas". No obstante, en las filas del PP existe cierta inquietud por el auge nacionalista. Las declaraciones del presidente de la Junta de Castilla y León, Juan José Lucas, nada más conocer la importante subida electoral en Galicia del BNG, fueron expresivas. Lucas abogó por que los partidos mayoritarios deberían pensar en modificar la ley electoral, ya que ésta otorga excesivo protagonismo a los partidos nacionalistas. Los votos cosechados por el BNG deberían hacer meditar "no sólo aI PP, sino a toda la sociedad española y, sobre todo, a los partidos mayoritarios", dijo Lucas la noche electoral.

El Gobierno ha cortado este debate en seco. Primero fue el vicepresidente político Francisco Álvarez Cascos, que la misma noche electoral aseguró que el Ejecutivo no se plantea la reforma de la ley electoral. Ayer fue el propio presidente del Gobierno, José María Aznar, el que remachó la posición adelantada por Cascos.

Incluso Lucas daba marcha atrás y matizaba que les pronto para plantear cualquier modificación de la ley electoral. En un futuro podrían producirse leves modificaciones y siempre Con el consenso de todas las fuerzas democráticas", matizó. "Mis declaraciones fueron fruto de una reflexión intelectual, no planteable en este momento".

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