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El recluta desaparecido huyó para ocultar que había suspendido

Estudioso, con novia, familia estable y futbolista (jugaba en Tercera División); la vida de Miguel Angel Pablos Ramírez, de 25 años, guardaba un secreto. El recluta, desaparecido el jueves, había ocultado durante cuatro años a su embelesada familia un tropiezo intrascendente, pero que para este hijo modelo constituía una mancha casi insalvable: había suspendido una asignatura en segundo de carrera, lo que le impedía obtener el título de Ciencias Empresariales. Este hecho, a punto de ser descubierto, motivó su fuga, que acabó ayer al ser localizado en Murcia.

Ni secuestro ni chantaje, ni robo Miguel Ángel. desbarató ayer todas las hipótesis surgidas en torno a su misteriosa desaparición. El joven, que cumplía el servicio militar en el Cuartel General del Ejército del Aire, había salido el jueves a las 9.30 de las dependencias militares con un permiso que había solicitado piara recoger en la Universidad Complutense su presunto título de licenciatura. Un diploma que no existía, pero cuya consecución él ya había anunciado, para orgullo de su familia.Estirada la pequeña mentira hasta este último extremo, Miguel Ángel se enfrentó entonces al momento de la verdad, de reconocer su tropiezo en la asignatura de: Contabilidad. Y flaqueó. "Me imagino que no supo cómo Justificar su suspenso", comentó ayer su hermano Pedro, "es muy perfeccionista y se sentiría agobiado por haberlo ocultado durante cuatro años".

Así que, con 25.000 pesetas en el bolsillo y a falta de un mes para acabar el servicio militar, Miguel Ángel optó por desaparecer. Dio la espalda al Ejército, a su novia, a sus hermanos, a su madre y a su padre (un ama de casa y un operario de una fábrica de motores que precisamente cumplía años por esas fechas) y se montó en un autobús rumbo a Sevilla, donde pasó un día. Luego se trasladó a Almería y de ahí a Granada. Sin apenas dinero, llegó finalmente a Murcia, ciudad en la que durmió una noche al raso.

Entretanto, sus padres, alarmados, habían acudido a los medios de comunicación. Las hipótesis sobre su extraña desaparición se multiplicaron. La Guardia Civil no daba ninguna por cerrada, ni siquiera la de una amnesia repentina. El estremecimiento por el suceso llegó hasta su equipo de fútbol (el Navalcarnero) que el domingo guardó su camiseta en seña de respeto.

Este globo de tensión se desinfló ayer cuando una patrulla del Cuerpo Nacional de Poli cía de Murcia lo encontró cerca de la terminal provincial de autobuses. Los agentes le localizaron después de haber recibido la noche anterior tres avisos: un vecino que aseguró haberle visto junto al estadio de fútbol de La Condomina, un empleado de las mismas instalaciones que avisó a la policía y un camarero de la estación de autobuses.La última duda

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Al ser descubierto, Miguel Ángel, según la policía, dudaba si proseguir su escapada o llamar casa y contar la verdad. Una vez en comisaría se comió un bocadillo.En el momento de su localización, los padres del joven se dirigían a la Delegación del Gobierno en Madrid en el coche de la alcaldesa de Villaviciosa, Pilar Martínez. "Les vi tan derrumbados que decidí llamar a mi secretaria para conocer nuevas pesquisas. Me habló de los tres avisos de Murcia e hizo hincapié en una. Tuve la corazonada de que el chico estaba allí y vivo". Después, todo fue vertiginoso.

Mientras que la alcaldesa conversaba con su secretaria por el teléfono móvil, en la otra línea de su despacho la policía murciana comunicaba con el Ayuntamiento para confirmar que Miguel Angel había aparecido. Esta llamada fue desviada entonces hacia el coche de Pilar Martínez. La alcaldesa pasó la llamada a los padres. "No he querido presionarle en los primeros minutos porque estaba muy nervioso y le dije que hablaríamos más despacio; parece que se marchó por motivos de estudios", comentó emocionado Pedro Pablos, padre de Miguel Ángel.

"Su extrema responsabilidad, que era la misma que nos permitía asegurar que no se había ido de juerga, fue la que pudo abrumarle ante los malos resultados académicos", aclararon los padres, quienes se desplazaron de inmediato en un coche de la Delegación del Gobierno a Murcia para recoger a Miguel Ángel.

Superada la tensión de los últimos cinco días, el optimismo volvió a aparecer en Villaviciosa y en el Club de Fútbol Navalcarnero, de Tercera División. Su entrenador, Juan Navarro, no terminaba de creerse ayer la peripecia de su pupilo: "Era un chaval correcto, sensato y muy trabajador, que se tomaba todo en serio".

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