Miguel Sánchez-Ostiz falsea sus memorias en 'No existe tal lugar'
"Es tan peligroso hablar de lo que uno tiene delante de las narices que al final vale más ocuparse del pasado. Y si puede ser inventado, mejor". Ésta fue la reflexión que llevó a Miguel Sánchez-Ostiz (Pamplona, 1950) a fabricarse un pasado imaginario en No existe tal lugar (Anagrama), que él mismo define como una novela "contra el fanatismo". Y no le falta razón con lo del peligro: tras la publicación de Las pirañas en 1992 y Un infierno en el jardin en 1995, sufrió en carne propia las iras de algunos conciudadanos suyos que, creyéndose, caricaturizados, llegaron incluso a la agresión física.No existe tal lugar comparte con aquéllas el universo geográfico del autor, la ciudad de Pamplona (transmutada en Umbría), aunque en este caso el protagonista busca a través de la herencia familiar el único sitio donde poder escapar a las zancadillas de la realidad: la fantasía. "Los avatares de la vida política", explica Sánchez-Ostiz, "me dan para inspirarme en mis artículos semanales [en Abc y El Correo Vasco], pero no creo que valga la pena novelarlos. De hecho la recreación histórica siempre me ha dado mucha pereza, por eso sólo uso la realidad para inventar sobre ella".
En este caso la realidad social de la que parte es la de los años sesenta, por lo que, asegura, "los lectores se sentirán identificados con la figura del protagonista, atrapado entre la pasividad de su vida rutinaria y el fuego cruzado de sus familias materna y paterna". En aquel clima tardofranquista no podía faltar la crítica abierta tanto al clericalismo como al nacionalismo estrecho, que Sánchez-Ostiz resume en el " nocivo" postulado que reza: "La gente de fuera no tiene derecho a meterse en nuestras cosas". "Este principio", comenta el autor, "sigue todavía plenamente vigente en el País Vasco, y es lo que quería. denunciar cuando empecé a plantearme la novela. De todas formas, ya lo trato en otra que tengo empezada sobre el carlismo y los orígenes carlistas de muchos militantes de HB y de ETA". Miguel Sánchez-Ostiz fue premio Euskadi de literatura en 1990.
Babelia
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