Sólo abrió la mirilla
Ruiz / Mariscal, Ruiz, Abellán
Novillos de Daniel Ruiz, bien presentados, flojos, aborregados; dos devueltos por inválidos. Sobreros: 2º de Palomo Linares, discreto de presencia, manejable; 5º de Alejandro Vázquez, con cuajo, inválido.
Luis Mariscal: estocada trasera caída -aviso- y rueda de peones (algunas palmas y saluda); estocada trasera descaradamente baja (silencio). Aníbal Ruiz: estocada caída (silencio); dos Pinchazos, otro hondo -aviso- y descabello (algunas palmas). Miguel Abellán: estocada desprendida perdiendo la muleta (oreja); dos pinchazos -aviso- y bajonazo (palmas).
Plaza de Las Ventas, 30 de septiembre. 1ª de feria. Tres cuartos de entrada.
Creíamos que Miguel Abellán tenía abierta la puerta grande y al final resultó que sólo había abierto la mirilla.
La mirilla -su propio nombre lo indica- únicamente sirve para mirar, y abrirla tampoco es que sea una empresa de titanes. Además una mirilla suele ser chica y en una puerta grande resulta ridícula.
Por la mirilla de la puerta grande de Las Ventas no se crea que se ve la castiza barriada de igual nombre. Lo que se ve es la gloria. Y si un torero de verdad echa por allí el ojo, no hay toro, ni público, ni nada ni nadie que le impidan abrir la puerta grande, salir por ella en loor de multitud, ascender al Olimpo, comprarse un cortijo o, alternativamente, dos fincas de regadío.
Eso es lo que hubo de ver y llegó a tocar con la mano Miguel Abellán cuando le dieron una oreja de su primer novillo. No es que hubiese arrebatado su faena; mas la oreja estaba en el esportón y sumando otra le bastaba para alcanzar la puerta grande con su apoteosis y sus cortijos.
Bueno, pues no hubo manera. Le salió en último lugar un novillo flojucho y, le hizo una faenita cumplidora; eso es todo.
Al de la oreja no le hizo precisamente una faena como para tirar cohetes. Los ayudados por alto y por bajo iniciales fueron magníficos pero muleteó después por derechazos y naturales con escaso arte y nula ligazón. En las dos tandas de derechazos metía pico, descargaba la suerte, perdía terreno al rematarlos. Instrumentó las tres tandas de naturales con más académicas formas aunque en la primera tampoco ligaba, en la segunda -quizá la mejor- acabó desarmado, en la tercera le faltó temple.
Cerró Abellán la faena con buenos ayudados por bajo. La fórmula de concluir las faenas con ayudados ya parece precepto: lo hace prácticamente la torería entera, allá penas si el toro está crecido o agotado, lleva la cabeza alta o humilla, pide la muerte o un whisky.
La faena al sexto, que daba pie a abrir la puerta grande, poseyó similares registros y pues el público había visto ya la película, aplaudió menos. Parte del público incluso pitó algún pasaje y la afición alerta voceó al torero que no abusara del pico y se cruzara, por favor.
Cruzarse es una de las claves del toreo y la afición alerta desvaloriza al diestro que no lo haga. La verdad es que cruzarse constituye tanto causa como efecto del toreo interpretado en divina forma. Hay espadas que citan cruzados el primer pase, mas en los restantes se quedan al hilo del pitón. Y lo que revela este cambio es que ni cargan la suerte ni la ligan. Un torero que cargue la suerte y ligue los pases estará cruzado siempre durante su muleteo. Un torero que cargue la suerte y ligue los pases estará reviviendo la grandeza del arte de torear.Muchas, veces se ha dicho -y alguna vez se ha visto- que cuando se torea hondo basta una docena de pases para poner la plaza boca abajo. Muchas veces se ha dicho -y rara vez se ha visto- que cuando se torea hondo una docena de pases dejan al toro dominado y pidiendo la muerte.
Los taurinos de esta hora niegan la mayor. Según los taurinos de esta hora torear es pegar pases. hasta la extenuación. Fiel a esta ciencia, Luis Mariscal pegó docenas de pases, que dieron la sensación de ser miles. No terminaba nunca. Y seguía, y seguía... Y los novillos ni se sentían dominados ni pedían la muerte -si acaso un whisky- mientras al público le invadía un profundo sopor.
Aníbal Ruiz ofreció distinta versión del toreo, que fue la del pundonor y el arrojo. En su primer novillo se movió mucho para escurrir el bulto y, sin embargo, se ciñó más en el segundo, pese a que por seriedad y cuajo era el toro de la corrida.
De cualquier manera, tanto Mariscal como Ruiz no pareció que hubieran reparado en la puerta grande; ni siquiera en la mirilla. Vinieron a cumplir y cumplieron. Y mañana será otro día.Iniesta, estacionario
Por otra parte, el novillero José Antonio Iniesta, herido muy grave el pasado domingo en Las Ventas, continúa estable, aunque su evolución parece ser favorable. Persiste la gravedad y continúa en la Unidad de Vigilancia Intensiva (UVI) de la clínica Loreto pero está consciente, sin fiebre, y tolera bien la dieta líquida que se le administra.
Según el parte facultativo facilitado ayer, Iniesta "presenta pulso distal en miembro inferior izquierdo, con gran edema secundario a compromiso venoso, y mantiene normales sus constantes vitales".
Babelia
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