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CÓRDOBA

Empate injusto

El público, soberano en la fiesta de los toros, decidió un reparto equitativo de trofeos, pues no debió parecerle cortés que algún torero se marchara de la plaza sin cortar orejas en la corrida con que Córdoba conmemoraba el 50 aniversario de su torero, Manolete. Tres toreros, tres orejas. La corrida terminó en empate, pero el resultado fue injusto, porque la oreja que se ganó a pulso Chiquilín midiéndose con un encastado Cebada Gago no es cualitativamente comparable con lo que hicieron sus compañeros de terna. Pero el público es así de generoso y alegre.Chiquilín de los tres el que menos ha toreado esta temporada, cuajó una importante faena a su primer enemigo, un toro de Cebada Gago con raza, que en el pitón izquierdo tenía un cortijo. El torero de Córdoba se percató de la boyantía del toro cuando entraba por ese pitón y le hizo casi toda la faena con la izquierda. Por el derecho no tragaba e incluso le dio un buen susto al torero al inicio de su trasteo. Si llega a matar a la primera; Chiquilín hubiese cortado con toda probabilidad las dos orejas, pero marró el primer intento.

Varias / Ponce, Chiquilín, Cordobés

Toros de seis ganaderías: Samuel Flores, sin fuerza; Cebada Gago, encastado; Torrestrella, manso; Victorino Martín, noble; Eduardo Miura, manso, y María Luisa Domínguez, descastado. Todos ellos bien presentados. Enrique Ponce: ovación y salida al tercio (una oreja). Rafael González, Chiquilin: oreja; ovación y salida al tercio. Manuel Díaz, El Cordobés: ovación y salida al tercio; oreja. Plaza de los Califas. 26 de septiembre. Tres cuartos de entrada. Corrida en conmemoración del 50 aniversario de la muerte del torero cordobés Manuel Rodríguez, Manolete.

Otra oreja fue a parar a manos de Enrique Ponce. La consiguió con el victorino, un ejemplar noble que el público pidió su devolución ante su sospechosa invalidez. El presidente acertó en no enviarlo al corral. Ponce estuvo allí y se contagió de esa presunta minusvalía: cuando caía el toro caía el torero. Con su primero, Ponce estuvo por encima del animal que envió Samuel Flores. Tenía un pitón izquierdo potable, pero el diestro no consiguió aprovecharlo del toro.

El torrestrella corrido en tercer lugar tuvo un extraño comportamiento durante la lidia. Al llegar al último tercio tiraba cornadas y medía a El Cordobés en cada pase. El torero se desentendió de él, y como no hizo nada, el público le obligó a saludar desde el tercio. El que cerraba plaza era un ejemplar de casta borrega y singular nobleza que El Cordobés desafió desarmado en el centro del ruedo. El toro se paraba a mitad del viaje. Tras el recurso del salto de la rana, El Cordobés ganó su oreja para que todo terminara en empate, pero empate injusto, que conste.

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