_
_
_
_

Adosados a un basurero

El asentamiento chabolista de Cañada Real cumple mañana tres años y medio de existencia. Las 56 familias que allí malviven no tienen ningún motivo para celebrarlo. A finales de abril de 1994, el Ayuntamiento de Madrid derribó las casetas donde vivían estas familias en San Blas y las confinó en la Cañada Real, a escasos metros del vertedero de Valdemingómez.La situación en la que viven estas familias es deplorable. Un informe sanitario elaborado por técnicos del municipio de Rivas Vaciamadrid concluyó que la situación en el poblado era "nauseabunda".

Los niños tenían el cuerpo lleno de sarpullidos y picaduras. El paisaje que les rodeaba era "espeluznante". Así los describió Julia González Díez (concejal de Salud en Rivas): "La contaminación química y la producción de olores putrefactos, de la incineradora y de los vertederos ubicados junto al poblado, dan un aspecto desolador y tétrico al lugar, perfectos decorados para una película sobre la degradación humana".

Más información
Educación concentra en un solo colegio a 76 niños chabolistas de Cañada Real

Este pavoroso cuadro, "una vergüenza para todos", según dijo la consejera de Sanidad, Rosa Posada, ha llegado hasta el Consejo de Europa, organismo que tiene entre sus cometidos velar por el respeto de los derechos humanos.

Tres de sus miembros visitaron la Cañada Real para elaborar un informe. "Se fueron escandalizados", dijo la asociación Presencia Gitana.

El Ayuntamiento de Madrid se ha comprometido en múltiples ocasiones a desmantelar el poblado y realojar a todas las familias.

Hace dos meses, el primer teniente de alcalde, José Ignacio Echeverría, anunció la construcción de un nuevo poblado para estas familias a finales de 1997 situado en pleno campo, junto a la carretera de Valencia.

Aseguró entonces que el municipio ya disponía de los terrenos necesarios para construir las nuevas casas.

Pero las familias afectadas, entre las que hay gente muy necesitada, aún no saben nada. Desconfían de la enésima promesa municipal. Ayer seguían sin agua corriente en sus chabolas y con luz de enganches clandestinos. Apuntalaban el techo para enfrentarse a la lluvia.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_