La justicia saudí condena a recibir 500 latigazos a una enfermera británica

La enfermera británica Lucille McLaughlan, de 31 años, ha sido condenada a recibir 500 latigazos y a ocho años de cárcel en Arabia Saudí como cómplice en el asesinato de una colega australiana en diciembre del año pasado. La también enfermera británica Deborah Parry, de 38 años, también fue declarada culpable del crimen, aunque por el momento se desconoce la pena que le ha sido impuesta. Aunque los abogados de la familia de la víctima informaron ayer que Perry había sido condenada a muerte por decapitación, los letrados saudíes de la procesada desmintieron que se hubiese dictado la pena capital. Un acuerdo entre los familiares de la enfermera asesinada, que renunciaban a pedir la pena de muerte, y los de las dos británicas evitará que se aplique con todo rigor la ley islámica o sharia.Yvonne Gilford, de 55 años, fue encontrada muerta con 13 puñaladas y con señales de haber sido golpeada en su habitación del complejo médico militar Rey Fahd, de Dhahran, en Arabia Saudí. Parry y McLaughlan, enfermeras del mismo centro, fueron detenidas poco después cuando utilizaban una tarjeta de crédito de la víctima en una tienda de vídeos. Primero confesaron ser las autoras del asesinato, pero luego se retractaron diciendo que lo habían hecho bajo presión de la policía saudí.

Los abogados de la familia de Gilford confirmaron la petición de que la pena sea condonada a cambio de una cantidad de dinero."Para muchos pacientes, colegas y amigos, y sobre todo para su familia, la muerte de Yvonne Gilford ha sido una pérdida trágica. Es gratificante saber que su asesinato no ha quedado sin respuesta y que la ley se aplica igual para todos", indica el comunicado de los abogados.

Durante el juicio se barajó la posibilidad de que las autoridades saudíes intentaran evitar que las acusadas fueran condenadas a muerte, para impedir las críticas por parte de grupos de defensa de los derechos humanos.

El ministro de Exteriores británico, Robin Cook, afirmó ayer que consideraba "completamente inaceptable" la condena a recibir 500 latigazos dictada contra la enfermera McLaughlan.