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El ejército argelino disputa a Zerual el protagonismo para negociar con el FIS

Un acuerdo para la pacificación de Argelia puede ser anunciado en los próximos días, según afirman fuentes magrebíes coincidentes. Sus artífices son, por una parte, el Frente Islámico de Salvación (FIS) y su brazo armado, el Ejército Islámico de Salvación (AIS), y por otra, el Ejército. Este último ha arrebatado el protagonismo de la "reconciliación nacional" al presidente Liamín Zerual y al Gobierno de Ahmed Uyahia. El acuerdo pondría fin a cinco años de violencia que se han cobrado 100.000 muertos.

Hasta hace dos meses los contactos entre el poder y el FIS y el AIS eran monopolio de Zerual. Los generales Derrayi y Mohamed Betchin, del entorno presidencial, mantuvieron diversos encuentros con dirigentes del FIS dentro y fuera del país. El Ejército se limitaba a seguir como observador. Sin embargo, con la liberación del líder histórico del FIS, Abasi Madani, el 15 de julio, el escenario cambió. Zerual decidió su excarcelación en contra de la opinión de las Fuerzas Armadas. En ese momento, se intensificaron los contactos entre la Presidencia y el FIS: se hablaba de negociaciones casi abiertas.Pero los mandos del Ejército resolvieron tomar cartas en el asunto para no quedar al margen de unas negociaciones de consecuencias imprevisibles. Hasta el 15 de julio, Betchin, consejero político militar de Zerual, tuvo la exclusividad de los contactos con el FIS. Después los militares tomaron la iniciativa de establecer los suyos propios. El primero se llevó a cabo en Yiyel entre altos responsables de la región militar de Constantina y Madani Merzag, que dirige a los 3.000 milicianos del AIS en el este del país. Sin embargo, el entorno presidencial filtró la noticia a la prensa para quemar la iniciativa de diálogo de los jefes militares.

Las Fuerzas Armadas delegaron en Ismail Malari, responsable de la seguridad militar interior para realizar los contactos con el FIS. El jefe del Estado Mayor, el general Mohamed Lamari, seguía de cerca las discusiones. Los militares, en un principio hostiles a negociar y más propensos a la solución erradicadora -la eliminación de los extremistas- dieron un vuelco de 180 grados tras ser convencidos por el general Tuati, cerebro del estamento militar argelino.

Las relaciones entre Ejército y Presidencia se hicieron tensas. Zerual no quería perder el control de las negociaciones. Pero otras fuerzas surgieron de las cloacas del Estado para acentuar las divisiones internas y precipitar una solución de fuerza: o los militares se decantaban por un golpe de Estado, o Zerual decapitaba la cúpula castrense.

El Grupo Islámico Armado (GIA), el más violento de las guerrillas integristas, fue objeto de todo tipo de manipulaciones por agentes infiltrados. Fue entonces cuando arreciaron las matanzas durante el verano.

El Ejército ordenó a sus unidades no intervenir al margen de las operaciones ya programadas, lo que dio pie a las especulaciones de que estaba implicado en las matanzas.

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