La fiscal general de EE UU ordena investigar a Clinton por el caso de la financiación ilegal
Janet Reno, la fiscal general del Estado y titular del Departamento de Justicia norteamericano, llevaba meses resistiéndose a poner bajo sospecha al presidente que la nombró para el cargo, Bill Clinton. Pero las protestas de los republicanos y las constantes revelaciones de los medios de comunicación la han forzado a anunciar ayer que su departamento ha abierto una investigación sobre el posible mal uso de la Casa Blanca por parte de Clinton para recaudar fondos electorales. La misma medida que Reno tomó hace dos semanas con respecto al vicepresidente, Al Gore.
Esa investigación, precisó la fiscalía general del Estado, es "preliminar" y se circunsbribe de momento a las llamadas telefónicas en busca de dólares que Clinton pudo efectuar desde la Casa Blanca. A diferencia del vicepresidente Al Gore, que reconoce haber usado los teléfonos de la sede de la jefatura del Estado para solicitar fondos, Clinton afirma "no recordar" si lo hizo o no. Las leyes norteamericanas prohiben el empleo de edificios propiedad del Gobierno federal para todo lo. relacionado con las campañas electorales.La investigación "preliminar" -como la abierta por Reno sobre Al Gore a comienzos de este mes- tiene un mes de duración. Al cabo de ese período, Reno tendrá que decidir si abre una investigación formal de 90 días de duración. El proceso podría terminar con la creación de una comisión independiente de investigación, con su propio fiscal, como la que ya se ocupa del asunto Whitewater.
Lanny Davis, abogado de la Casa Blanca, declaró ayer que el presidente y su equipo piensan colaborar plenamente con la investigación recién abierta por el Departamento de Justicia. "Estamos seguros", dijo, "de que aquí no se violó ninguna ley".
La noticia de la apertura de la investigación coincidió con la celebración de tres actos en San Francisco de recogida de fondos para las futuras campañas electorales, en las que la estrella invitada era el propio Clinton. Los demócratas esperaban cosechar en esos actos un total de 950.000 dólares (142 millones de pesetas).
El pasado viernes, Al Gore anunció la contratación de dos abogados privados para defenderse de las acusaciones que le señalan como un gran recaudador en la campaña que condujo, el pasado noviembre, a su reelección junto al presidente Clinton. Esas acusaciones están comenzando a minar las esperanzas de Gore de convertirse en el candidato indiscutible del Partido Demócrata para la elección presidencial del año 2000. La Casa Blanca reconoce que Gore efectuó 86 llamadas telefónicas desde sus instalaciones para solicitar dinero a simpatizantes de la causa demócrata.
Tardanza
Impacientes por la tardanza de Reno en crear una comisión de investigación independiente sobre las irregularides cometidas en la última campaña presidencial demócrata, la mayoría republicana del Congreso forzó la puesta en marcha, a comienzos del verano, de una comisión senatorial. Desde entonces, el comité de Asuntos Gubernamentales de la Cámara Alta celebra casi a diario sesiones sobre el asunto.
En su afán por conseguir la reelección, Clinton y Gore se implicaron personalmente en la recolecta de fondos electorales en los últimos meses de 1995 y hasta noviembre de 1996. Ello provocó una serie de irregularidades que van desde el uso del dormitorio Lincoln de la Casa Blanca para recompensar a los donantes más rumbosos hasta el empleo de los teléfonos de la sede del Ejecutivo para solicitar el envío de cheques, pasando por la muy grave posibilidad de que China aprovechara la ocasión para intentar comprar influencia política en Washington.
Cualquier dólar era bueno si contribuía a la causa de la reelección de Clinton y Gore. En contra de lo establecido por las laxas leyes electorales norteamericanas, el Comité Nacional Demócrata y la Casa Blanca aceptaron dinero de empresarios asiáticos, narcotraficantes cubanos y hasta monjes budistas.
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