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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

La Constitución, el Rey y EL PAÍS

Desde que los nacionalistas periféricos apoyan la débil mayoría de Aznar, podemos constatar que las aguas turbulentas del pasado socialista han vuelto a su cauce. La política de esta derecha nacional y nacionalista ha provocado una serie de acontecimientos que no solamente han metido en cintura los desmanes anteriores, sino que pretenden dejar este orden atado y bien atado.Antes teníamos un Gobierno de izquierdas que gobernaba con política de derechas. Descolocaba a la derecha y escandalizaba a la izquierda. El maridaje Gobierno-banca funcionaba bien; sobre todo para la banca. La economía iba mal, pero se hablaba de que estaba en juego el Estado del bienestar. La patronal mantenía una eterna exigencia de abaratar los despidos, pero se resignó con la reforma socialista. Los sindicatos rompieron con el Gobierno por no seguir una política de izquierdas. Todo ello con una gran vocación europea. La alianza trono-altar del pasado saltó por los aires y la guerra de la asignatura de religión quedó situada en su marco constitucional. La sanidad y la enseñanza fueron consideradas por la derecha un derroche que dislocaba el déficit público.

La prensa no era ni de derechas ni de izquierdas. Había prensa contra Felipe González y la llamada prensa diario oficial, portavoz del Gobierno. Todo ello estaba adobado con una crispación política y se enmarcaba dentro de una crisis de valores sociales, políticos y morales. Donde la Iglesia tuvo también algo que decir. La Iglesia siempre añora la antigua alianza trono-altar.

Después de un año con las derechas en el poder, el gran pacto económico funciona. Aznar hace concesiones, impensables el mismo día de las elecciones, y los nacionalistas presionan y presionan permanentemente al Gobierno. El Gobierno consigue aplicar su política de derechas pura y dura y los nacionalistas consiguen mejoras de índole económica y de naturaleza autonómica rayando la Constitución. El pacto es fuerte y la gobernabilidad duradera. Ni Pujol ni Aznar desean la ruptura. España

va bien y Cataluña es una nación primus inter pares. La derecha no existe. La derecha tiene complejo de serlo. Ahora se llama centro. Efectivamente, España va bien para la banca, la patronal y para la Europa de los mercaderes. También para algunos medios de comunicación va muy bien, porque han obtenido lo que querían cuando el actual Gobierno estaba en la oposición. Ahora está más cerca la defenestración no sólo de Felipe, sino de toda crítica molesta. Con todo el poder que ostentaron los socialistas durante 13 años, han pecado ahora de ingenuos. Los casos de corrupción serán una anécdota comparados con la arquitectura creada por las derechas para dominar todos los aspectos de la vida española: política, judicial, de comunicación, económica, cultural, etcétera.

Ahora, efectivamente, todo está más definido que antes: las derechas, en el poder; obrando en consecuencia, las izquierdas, desunidas; los sindicatos, prudentemente posicionados; los monopolios de Estado se han convertido en monopolios del Gobierno, y todos, en la Europa de los mercaderes.

La cultura que el Gobierno, divulga es la cultura cutre y muy comercial de la televisión pública. Allí trabaja la intelectualidad afín al PP. Ante este panorama, un ciudadano de a pie ¿qué puede hacer cuando observa que van a contar con él, como siempre, sólo el día de las nuevas elecciones generales. Esperemos que después de la unión monetaria se ocupen de la Europa de los ciudadanos.

No obstante, estoy contento porque, por ahora, España va bien. Y a los ciudadanos que no vayamos bien aún nos quedan la Constitución, el Rey y EL PAÍS.-

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