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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Virtudes ocultas de Felipe II

Creo que más de uno de los que estudiábamos la historia de los fastuosos hechos de los Austrias en los textos del florido pensil y luego los hemos desmitificado por obra de los (¿ahora pérfidos?) historiadores de Albión, estará sorprendido como yo de la recuperación estival a la que se han visto sometidas las hasta ahora ocultas y refinadas virtudes de Felipe II, sobre todo las de carácter estético. En adelante, haciendo caso a Fernando Checa, me imaginaré a un arrobado monarca seleccionando y colgando tizianos y boscos (sobre todo, estos últimos), después de saturar sus pupilas con las imágenes de alguno de sus autos de fe, por ejemplo, el del 8 de octubre de 1559 en Valladolid, donde, si Henry Kamen no yerra, presidió la quema de eximios erasmistas y protestantes. Hay otro aspecto que, además de su amor por El Bosco, armoniza bastante bien con la afición de Felipe II por las barbacoas apocalípticas, y es su decisión de que el mayor símbolo arquitectónico de su reinado imitase la forma de aquella parrilla sobre la que san Lorenzo (el de El Escorial) disfrutó de un auto de fe particular. Mientras en tierras de Flandes (que eran envidiadas por los españoles de entonces como una especie de Jauja) el dinero de la construcción se invertía en hermosas obras de arquitectura civil, en España el rey esquilmaba el erario público (ya maltrecho por las continuas guerras) para levantar monumentales parrillas de piedra.Alguno dirá que hay que entenderle en su contexto; pues así sea. Pero no todos los príncipes y reyes de su tiempo fueron tan neronianos (al fin y al cabo, ¿no se emocionaba con la música Nerón mientras asaba a los romanos?).-

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