La detención temporal de los fieles a Karadzic consuma el cisma de los serbobosnios
El cisma político entre los serbios de Bosnia se consumó ayer espectacularmente con la retención, por la policía leal a la presidenta Biljana Plavsic, durante casi un día entero en un hotel de Banja Luka, del copresidente bosnio Momcilo Krajisnik, secuaz del perseguido Radovan Karadzic, su plana mayor y 50 guadaespaldas. Krajisnik acudió a Banja Luka para dar un mitin pro-Karadzic y negociar con Plavsic una tregua en vísperas de las elecciones municipales del sábado y domingo. El dirigente serbio no pudo salir de la ciudad hasta la tarde y bajo protección de tropas de la OTAN. Horas después salió el último de los retenidos.
La ruptura de los serbobosnios es irreversible
La ruptura entre la capital fantasma de los serbobosnios, Pale, la aldea feudo del buscado Radovan Karadzic, y Banja Luka, donde se ha hecho fuerte la rebelión de Biljana Plavsic contra la camarilla del ex presidente reclamado por el tribunal de La Haya, adquiere así una rotundidad sin vuelta atrás. El nuevo desafío protagonizado ayer por Plavsic, antigua alter ego de Karadzic y modelo ella misma de sectarismo hasta hace algunos meses, se ha producido además de la manera más humillante posible para Krajisnik, que sólo pudo finalmente abandonar el hotel de Banja Luka pasadas las siete de la tarde y entre insultos de "ladrón" y "asesino" de parte de los miles de congregados en el exterior bajo un calor justiciero, que le gritaban que no volviese nunca más a la ciudad.Plavsic había pedido minutos antes a la multitud desde el palacio presidencial, situado junto al hotel, que abandonara el cerco y se marchase a sus casas. La presidenta agradeció el apoyo de la ciudad y señaló que los dirigentes de Pale ya habían tenido una muestra cabal de su impopularidad en la parte occidental del territorio serbobosnio, la más poblada y menos tercermundista de este paupérrimo pseudoestado. Junto con Krajisnik estaba en Banja Luka la plana mayor del extremismo serbio, incluyendo el primer ministro Gojko Klickovic y el número uno del partido gobernante en la República Serbia, Alexa Buha, un oscuro ex ministro de Exteriores. Una espesa formación de la policía de Banja Luka, uniforme paramilitar azul ferroviario, rodeaba el hotel desde primeras horas de la mañana, ante el que se alineaban los Audi 8 y Mercedes 500 de la comitiva de Krajisnik y al que se habían cortado la luz y el teléfono para impedir la comunicación de los retenidos. Un puñado de periodistas internacionales hospedados en el Bosna junto con algunos otros clientes fueron durante algunas horas rehenes involuntarios. Desde la cristalera del vestíbulo y hasta que a media mañana fue autorizada su salida, intentaban en vano comunicarse con sus colegas del exterior. El general retirado estadounidense Jacques Klein, que dirigió personalmente las largas negociaciones entre la policía leal a Plavsic y los dirigentes serbios retenidos, acusó al copresidente bosnio de haber pretendido el lunes un desembarco en Banja Luka con el fin de provocar un enfrentamiento armado.
Banja Luka vivió una escena sin precedentes en el territorio de los serbios, que siguen viendo a la OTAN (o SFOR, como se denomina técnicamente la fuerza de 35.000 soldados desplegada en Bosnia) como un contingente de ocupación: muchos de los congregados a la puerta del hotel Bosna aplaudían a los soldados británicos que, con expresión de pocos amigos, iban introduciendo en la decena de tanques desplegada en torno al hotel a los guardaespaldas desarmados de la cúpula de Pale, para conducirles al acuartelamiento vecino de las fuerzas internacionales. Hasta 61 personas estaban siendo interrogadas anoche en el cuartel de la OTAN en Banja Luka. Krajisnik, en palabras del general Klein a este enviado, "cometió un error calculado" trayendo en autobuses a Banja Luka, "para provocar enfrentamientos, a sus paramilitares y policías camuflados". Casi un centenar de los autocares que pretendían llegar el lunes a la ciudad desde el este de la República Serbia, la mitad más controlada por la gente de Karadzic, fueron retenidos en las carreteras por un enjambre de tanques aliados, que bloquearon por completo y hasta bien entrada la noche los accesos a la ciudad.
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