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Dos caras del cine de Estados Unidos se dan cita en el festival de Deauville

El festival de cine de Deauville inauguró ayer su vigesimotercera edición con la presencia de Harrison Ford. El actor acudió desde Inglaterra, viajando en un pequeño avión que nada tiene que ver con el gigantesco Boeing 747, el Air Force One, que simula pilotar en el filme que lleva por título precisamente el nombre del avión del presidente de EE UU. "Es una historia clásica, la lucha del bien contra el mal, tratada como un gran espectáculo y procurando ofrecer un máximo de emoción, aventura y humor", dijo un Ford muy profesional, que el día antes se había paseado por Deauville en tejanos, acompañado de su mujer, como un discreto turista maduro.El festival ha escogido para su apertura una película que es justo lo contrario de Air Force One. Se trata de Night falls on Manhattan, el quadragésimo largometraje de Sidney Lumet, rodado sin efectos de ningún tipo, huyendo de la música redundante, de la planificación aparatosa, del montaje frenético y el infantilismo conceptual que caracteriza la protagonizada por Ford. Aquí se trata de ofrecer un retrato lo más exacto posible de la sociedad americana sirviéndose del microcosmos jurídíco-policial de Nueva York. El resultado es una formidable galería de personajes y de relaciones complejas al tiempo que se habla de manera muy moderna de los valores morales que subsisten dentro de un grupo que teme haberse quedado sin referencias.

Son dos imágenes del cine estadounidense condenadas a repetirse a lo largo del festival. Mientras que Wolfgang Petersen, el realizador de Air Force One, se extiende sobre la "fantástica colaboración prestada por el Ejército americano", un veterano actor y guionista como Billy Bob Thornton ha tenido que esperar más de cuarenta años para poder realizar Sling blade, sobre las dudas religiosas y existenciales de un hombre de pocas luces. Por su parte, un ex marginal como John Waters, hoy bien instalado en Hollywood y objeto de una retrospectiva a modo de homenaje en Deauville, declara: "La pornografía es el último reducto del cine que no respeta la ley. Me gustaría ver a una auténtica estrella de Hollywood dentro de un porno auténtico, con penetraciones, eyaculáciones y todo lo que toca. Es el último tabú. Eso sería de verdad radical, pero ninguna estrella se atreverá nunca a hacerlo".

Deauville propondrá, pues, superproducciones como The lost world (Spielberg), policiacos sangrientos como Face / off (Woo) y ciencia-ficción angustiosa como Mimic (Del Toro), pero también cine de autor como el de Tom DiCillo, David Mamet y Víctor Núñez.

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