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Oliart gana el Premio Comillas de memorias con un libro centrado en sus años de juventud

El ex ministro de UCD prepara una obra sobre su experiencia política

, El ex ministro de UCD Alberto Oliart ha sido galardonado con el X Premio Comillas de memorias, fallado ayer en Comillas (Santander) por un jurado que tomó su decisión por mayoría. A Oliart le sorprendió a concesión del premio en Galicia, donde veranea desde hace 27 años. El escritor dedica el texto a recuperar el desarrollo de los primeros 24 años de su vida, y baraja dos títulos: Reconstrucción de la memoria o Contra el olvido. La obra, que será publicada por Tusquets, marca "un reencuentro la parte final de mi vida con una vieja amiga, la literatura", dice.

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Además de la publicación de este libro, Oliart tiene el propósito de escribir sus memorias políticas, como una aportación a la historiografia". "Pero yo trabajo muy premiosamente, estas memorias de ahora me ha costado mucho escribirlas, hice una primera versión hace 14 años... Para las políticas, quería dejar que pasara el tiempo, y acaso ya ha pasado demasiado,", señala el escritor, que fue premiado por un jurado compuesto por Javier Pradera, Mario Vargas Llosa, Javier Tusell, Gonzalo Orgaz, José María Guelbenzu y Antonio López Lamadrid. Adolfo Suárez llamó a Alberto Oliart para ser ministro de Industria, luego lo fue de Sanidad, y, después del 23-F, de Defensa. "A mí me lleva a dedicarme a la política la democracia, mi entusiasmo por las libertades. creo que lo hicimos muy bien", concluye. Lector voraz y escritor prolífico -"escribo de modo casi, permanente, pero lo acabo rompiendo casi todo"-, Oliart apunta como "lo peor de esta recuperación biográfica" el que no devuelva la vida a sus "grandes amigos ya muertos: Carlos Barral, Jaime Gil de Biedima, Alfonso Costafreda, Jaime Ferrant, Jorge Folch..., todo el núcleo de escritores y poetas en castellano que formábamos un grupo de amigos en la Universidad de Barcelona entre 1945 y 1950". Sus nombres serán recurrentemente evocados en la conversación con Oliart en el club náutico de Baiona, pero la obra que ha escrito comienza en el año mismo de su nacimiento, 1928, para, recuperar las raíces de su vida en la Mérida natal, en la saga familiar que le incita una fusión apasionada con el campo extremeño, "que no he dejado de cultivar", y la tremenda experiencia de la guerra civil, "que determinó mi vida posterior, y, desde luego, mi entrada en política en 1977", como ministro del primer Gobierno de la democracia.

Peripecias

En todo ello hay mucha peripecia. Alberto Oliart da un primer salto desde el seno de "una familia de señoritos de pueblo" a Barcelona, donde su padre, valenciano, atiende un próspero bufete de abogado. Esta misma prosperidad, ajena a toda militancia política, les obliga no obstante a dejar la Barcelona republicana cuando estalla la guerra civil.

"Un amigo socialista nos dice que no puede garantizar nuestra seguridad física y nos facilita un pasaporte con el que llegamos a Mérida", cuenta Oliart. "Pero también de aquí tuvimos que salir zumbando porque decían que mi padre era catalanista, cuando ni siquiera hablaba el catalán; era un hombre sencillamente liberal. Total, que con un aval que le facilita un antiguo maestro suyo, escapamos de Mérida hacia Coruña, donde permanecimos hasta agosto de 1939. En esa fecha volvimos a Barcelona".

Pero Oliart no dejará de visitar Mérida, sobre todo a partir de la muerte de su abuelo', que le supone, a los 18 años, "la emancipación para que me ocupe de la mitad de la finca familiar, que yo he vuelto a reunir luego. Llevo 51 años ocupándome de las cosas de la finca". Con una especial debilidad, ahora, como propietario y presidente de tres asociaciones ganaderas, por preservar la continuidad de las razas autóctonas.

Pero entonces, en Extremadura, "gracias a la confianza especial que alguna gente tenía conmigo para contarme lo que no contaban a otros", conoce los extremos de la represión de la posguerra y esta circunstancia, junto con su propia peripecia catalana, constituye el núcleo primordial de su obra. "En Barcelona viví casos tremendos. De compañeros, en el instituto, con padres represaliados, condenados.... y también acompañaba a un general viejito que había sido teniente en Filipinas y que estaba condenado a muerte porque había hecho la guerra en el bando republicano como comandante de artillería. Yo le visitaba en Montjüic, entré al menos media docena de veces en aquella galería de los condenados a muerte, y esas cosas no se olvidan, como el miedo que palpabas en la gente. Todo eso determinó mi conducta política en 1977", insiste Oliart.

Con Barral y Folch forma el núcleo inicial de amigos que, "ellos", luego se dedicarán a la literatura. Barral y Gil de Biedma ,eran monárquicos, "todos éramos críticos, pero no militábamos en partidos porque la represión policial era entonces terrible. La clandestinidad era catalanista, y yo tampoco me sentía catalán. Coincidíamos en la curiosidad intelectual, éramos autodidactas y espíritus libres en un ambiente que lo perseguía con saña. Yo no me dedicaba a la política, pero éramos peleones y tampoco disimulaba mis ideas".

Así se convirtió Alberto Oliart en un alumno destacado de la Universidad de Barcelona y eso le ocasionó "sólo algún problemilla". Con sus amigos se arrimó al grupo formado por Manuel Sacristán, "que se pasó de la Falange al Partido Comunista", y que editaba una revista, Laye, de contenidos europeístas y en la que ellos, Barrall, Ferrant, Costafreda y el propio Oliart, publican una serie de poemas. De esta primera dedicación literaria a la poesía puede derivarse una busca de estilo en la obra ahora premiada, según admite. "Siempre hay una voluntad de esteticismo en quienes hemos hecho poesía".

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