Sesión de circo patriotero a cargo de Indiana Jones
El, por ahora, último ataque de delirio que Hollywood destina a poner en aprietos a los inquilinos de la Casa Blanca alcanza, en la -por marciana, vacía y solemne- ridícula aventura del avión presidencial Air Force One pilotado por Harrison Ford, proporciones de un "no va más" en el circo de que forman parte estas exhibiciones del ombliguismo estadounidense, fascinado por sus máquinas de poder.El magnetismo de Indiana Jones volvió a funcionar en cuanto Harrison Ford puso pie en tierra veneciana, pero durante el vuelo de su hazaña -o, más bien, patraña- aérea, le acompañó un engorroso silencio, que sólo fue roto por algunas risotadas y abucheos. Ningún aplaudidor se atrevió a sacar las manos de los bolsillos en la gélida sesión dedicada a la prensa.
Hay quien considera que el comienzo de la entrada a saco del cine en las estancias presidenciales hay que buscarlo, como otros rasgos anómalos de la vida actual estadounidense, en los traumáticos acontecimientos de Watergate, que derrumbaron a Richard Nixon y dieron lugar a una película, Todos los hombres del presidente, que se considera como el primer capítulo de este curioso subgénero de cine pseudopolítico.
Con posterioridad, el tabú del asesinato de John Kennedy en 1963, que se mantenía ahogado, silenciado con mordaza, se destapó de golpe en el J. E K de Oliver Stone y, tras él, como en una caja de Pandora, se, abrió la veda que ha dado lugar a una veintena de filmes y telefilmes presidenciales agolpados en unos pocos años. Los últimos, recordados a vuela pluma, son El presidente y la señora Wade, Asesinato en la Casa Blanca, Forrest Gump, Juego de patriotas, Peligro inminente, En la línea de fuego, Marte ataca e Independence day, que conducen en una patética línea descendente a esta disparatada Air Force One, es decir: al delirio patriotero en estado de puro circo.
A ir Force One, sin marcianos -pero con militares ex soviéticos de la república de Kazagstan convertidos en terroristas neonazis que mantienen como himno La Internacional- es una marcianada en toda la regla, todavía aún mayor que Independence day; y, en ella, el gran Harrison Ford sostiene con técnicas acrobáticas de aventurero a lo Indiana Jones una insostenible y elementalísima trama en la que se le nota únicamente su apasionada entrega a la ideología de los 20 millones de dólares que ha cobrado por fingir que le gusta hacer la peor, con mucho, película de su carrera: un desastre cinematográfico que obviamente dará a los dueños de Hollywood millones a punta de pala.
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