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La recuperación del patrimonio cultural adquiere en Rusia tintes de revancha

Se erige en San Petersburgo un busto a Shostakóvich y se reabre una iglesia histórica

Cultura y política estuvieron tan unidas en la época soviética que todavía hoy, casi seis años después de que la URSS quedase reducida a pedazos, la recuperación del patrimonio artístico o el homenaje a los genios rusos conserva un tinte de revancha o, cuando menos, de reivindicación. En los últimos días se han producido dos casos significativos en San Petersburgo, la antigua capital imperial que fundó Pedro el Grande. Se trata de la reapertura como museo de una iglesia de hondo, significado histórico y de la colocación, de un busto en bronce del compositor Dmitri Shostakóvich.

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Primero, la escultura. El alcalde gobernador de la ciudad, VIadímir YákovIev, ha ordenado que se coloque un busto de Shostakóvich en el patio del edificio donde el compositor vivió durante la II Segunda Guerra Mundial, con los alemanes sometiendo a la ciudad a un cerco que se cobró más de un millón de vidas. Ahí escribió las notas de su famosa Sinfonía número 7 Leningrado. El busto será una réplica, tres veces más grande, de la que Alexandr Chernitski quería presentar en 1947 como su trabajo de graduación en la Academia de Artes. Poco antes, sin embargo, Shostakóvich fue denunciado como enemigo del pueblo, y se ordenó a Chernitski que destruyera el busto. El no siguió el consejo. "Decidí guardarlo en espera de que llegaran tiempos mejores". Esos tiempos se demoraron casi medio siglo. El mismo escultor ha realizado la obra definitiva. En cuanto a la antigua, se exhibe en el Museo Estatal de Rusia.

Y segundo, la iglesia. Se trata de la catedral de la Crucifixión, más conocida como del Salvador de la Sangre Derramada, construída entre 1883 y 1907 por A. A. Parland, por orden del penúltimo zar de todas las Rusias, Alejandro III, el padre de Nicolás II, fusilado con su familia tras la revolución bolchevique. Curiosamente, el soberano eligió como ubicación del edificio el mismo lugar en el que, el 1 de marzo de 1881, saltó hecho pedazos su propio padre, que pasó a la historia por emancipar a los siervos. Le mató la explosión de una bomba lanzada por un militante de la organización revolucionaria Voluntad del Pueblo.

27 años de obras

Hace una semana el templo cumplió su 90º aniversario y, con tal motivo, fue abierto a un público que pudo admirar el fruto de una restauración que se inició hace la friolera de 27 años.

Es el típico monumento al que todas las guías de turismo ponen alguna estrella, signo evidente de su interés, para frustrar inmediatamente al visitante con la indicación de que "actualmente se encuentra en proceso de restauración". Lo que distingue a la iglesia es que su arquitectura es muy rusa, con reminiscencias del XVI y XVII, algo poco frecuente en una ciudad que Pedro el Grande quiso modelar mirando en el espejo del neoclásico y el rococó.

La iglesia, como tal, no ha tenido mucha suerte. La familia imperial apenas si la utilizó unos años, y, tras la revolución, fue sede de una exposición dedicada al grupo Voluntad del Pueblo, en un paradójico matrimonio conmemorativo. Más tarde, durante el sitio de la ciudad, el templo se convirtió en depósito de cadáveres, y luego en almacén de materiales del Teatro Mali de ópera y Ballet. Este último uso dejó el templo en tales condiciones que se pensó en derribarlo. Afortunadamente, se optó por la restauración, no se sabe si más larga que costosa, o viceversa: 27 años y más de 6.000 millones de pesetas.

Ahora, funcionará como museo y como iglesia, aunque no hay planes para transferir la propiedad a la diócesis de San Petersburgo. La gran ceremonia oficial de reapertura se celebrará paradójicamente el 7 de noviembre, día en que los comunistas celebran el ochenta aniversario de la revolución. Un último ejemplo de la estrecha aunque oficiosa relación entre iglesia y política lo dio hace unos días el propio líder del Kremlln, Borís Yeltsin, al asistir junto al patriarca ortodoxo de todas las Rusias, Alejo II, a la inauguración de una capilla en la plaza de Arbat, en pleno centro de Moscú. La obra se efectuó en el plazo récord de tres meses. El interés artístico de la obra puede discutirse, pero no el simbólico. El templo está dedicado a Borís y Gleb, los primeros mártires cristianos de Rusia, y se ha levantado sobre el solar donde había otra capilla que Stalin ordeno convertir en solar en los años treinta. Por cierto, los hijos de Tatiana, la hija preferida de Yeltsin, también se llaman Borís y Gleb.

Templo sobre piscina

Por otra parte, Alejo II, patriarca de Moscú y todas las Rusias, ofició la pasada semana una liturgia en la reconstruida catedral de Cristo Salvador, que se abrirá al público el 3 de septiembre, coincidiendo con los fastos del 850º aniversario de la fundación de Moscú. Yeltsin y el alcalde dé la capital, Yuri Luzhkov, que desea sucederle, han puesto todo su empeño para que se habiliten los medios para erigir un monumental templo, que se pretende idéntico, en su exterior, al que hubo hasta 1931, cuando Stalin ordenó reducirlo a escombros. En el solar resultante, el régimen comunista pretendió edificar un gigantesco palacio de los sóviets, pero las características del terreno no lo permitieron. En su lugar, se construyó una enorme piscina al aire libre.Con la caída del comunismo, la reconstrucción de la catedral se emprendió con ambiciones faraónicas y gracias a fondos estatales y municipales, donaciones y exenciones fiscales. Aunque exteriormente idéntica a la iglesia original, hay una enorme parte sumergida, considerablemente más grande que el templo en sí, y que incluye desde un garaje a un estudio de televisión. La catedral de San Salvador se ha convertido, antes incluso de que se complete, en una referencia clave de Moscú, pese a que muchos técnicos se espantan de la mastodóntica obra e incluso llegan a calificarla de horrenda.

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