500.000 personas reciben a Juan Pablo II en las Jornadas de la Juventud de París
Baño de masas del Papa pese a las sombrías previsiones de los organizadores
Unas 500.000 personas abarrotaron ayer, a pesar de las sombrías expectativas de los organizadores, la explanada del Champ de Mars, junto a la torre Eiffel, para recibir a Juan PabloII. El Papa, visiblemente fatigado pero sonriente, asistió bajo un calor intenso al primer acto multitudinario de suvisita a París . Fue un acto ecuménico, uno de los más espectaculares de las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) que se celebran este año en Francia, en el que participaron representantes de distintas religiones y en el que el Papa exaltó la tolerancia como base de la convivencia.
Juan Pablo II llegó al aeropuerto parisino de Orly a las 10,25 de la mañana y fue recibido por el presidente Jacques Chirac. Ambos embarcaron inmediatamente en sendos helicópteros y se reencontraron en el palacio del Elíseo, donde se celebró la ceremonia oficial de bienvenida.El Papa, con 77 años y aquejado de la enfermedad de Parkinson, reflejada en el temblor de su mano izquierda, caminaba con grandes dificultades ayudándose con un bastón. Ello no le impidió declararse "joven" y evocar su preocupación ante los problemas de la juventud: "conflictos fratricidas, precariedad del empleo, pobreza extrema".
Tras el acto del Elíseo, el Papa acudió a la explanada del Trocadero para rendir homenaje al sacerdote Joseph Wresinski, que-desde ese mismo lugar lanzó en 1987 el llamamiento fundacional del movimiento ATD .Cuarto Mundo. "Allí donde los hombres son condenados a vivir en la miseria, son violados los derechos humanos: unirse para hacer que se respeten es un deber sagrado", afirmó entonces Wresinski. Junto a una placa en la que permanecen grabadas esas palabras, el jefe de la Iglesia católica recibió a una primera delegación de jóvenes de distintos países. Al celebrar el primer acto público de su viaje en Trocadero (donde fueron también recibidos en 1944 los deportados franceses a los campos nazis), el Papa quiso resaltar su compromiso con los derechos humanos.
Por la tarde, Juan Pablo 11 se zambulló en un baño de masas. Los organizadores temieron hasta esta misma semana, que la concurrencia a los actos de las JMJ fuera escasa. El precedente de los cuatro millones de personas reunidas en las anteriores JMJ, celebradas en 1995 en Manila (Filipinas), atemorizaba a la jerarquía católica francesa, preocupada además por la escasa popularidad que las encuestas atribuían a un pontífice catalogado como reaccionario.
Ayer, sin embargo, quedaron disipados los temores. Las casi 500.000 personas congregadas frente a la torre Eiffel, jóvenes en su inmensa mayoría, se entusiasmaron a la llegada del papamóvil y vitorearon el saludo que el Papa les dirigió en una docena de idiomas. El desplazamiento hacia el Champ de Mars supuso la puesta en funcionamiento del excepcional dispositivo de seguridad establecido por el Gobierno francés: 7.000 policías de uniforme y 250 agentes de información camuflados entre el público que velarán por Juan Pablo II hasta el domingo.
Ya en el estrado, el Papa lanzó a los jóvenes la misma frase que había pronunciado casi dos décadas antes, el día de su elección como jefe de los católicos: "Sois la esperanza del mundo". Miles de banderas (con abundancia de españolas, senyeres e ikurriñas), música gospel y árabe y muchos bailes mantuvieron en efervescencia al público.
El Papa, fatigado, acortó ligeramente la ceremonia para retirarse a reposar. Pero antes se permitió una broma: "Muchos se han preguntado por qué el ingeniero Eiffel erigió esa torre. ¡Para que un día pudiéramos encontramos aquí!".
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