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Niños de una colonia veraniega vasca, obligados a cargar piedras, por hablar entre si en castellano

La Diputación Foral de Vizcaya obvió durante casi un mes las denuncias de los padres de varios niños que asistieron a una colonia para practicar el euskera en Zeanuri (Vizcaya). Los pequeños aseguraron que eran castigados a cargar piedras en sus mochilas por hablar entre sí en castellano y que los monitores retenían las cartas, que escribían a sus familias para pedir que les sacasen de allí. Al publicarse las críticas de los menores, la Diputación reaccionó ayer y calificó los hechos como "de una inusitada gravedad" por lo que ha iniciado una investigación urgente. Mientras la directora del campamento niega los maltratos, un padre ha anunciado ya una demanda contra la entidad foral.

Asier T. M., de ocho años, quería asistir a uno de los campamentos de verano que cada año organizan las tres diputaciones vascas para fomentar el uso del euskera. Pensaba que lo iba a pasar bien. Un mes después de haber estado entre el 1 y el 14 de julio en la colonia instalada en una escuela de formación profesional en Zeanuri (Vizcaya) ya no quiere saber más de ellos. Su experiencia fue demasiado amarga: tuvo que cargar piedras en una mochila por hablar en castellano con sus compañeros, quedarse en plena noche y a medio vestir en el pasillo por haber participado en una pelea y ver cómo desaparecían en los bolsillos de los monitores las cartas que mandaba a sus padres pidiendo que le sacasen de allí.A ese campamento asistieron 70 pequeños. La Diputación Foral de Vizcaya, responsable última de él, ha recibido tres denuncias, dos procedentes de Guipúzcoa y otra de una familia de Alava, según precisó ayer en un comunicado. Algunos padres hablan incluso de que sus hijos eran sometidos a castigos como sopapos, arañazos y tirones de orejas cuando se comportaban mal, según El Correo, que reveló los hechos.

Las primeras quejas de los padres fueron presentadas a los técnicos del área de Juventud y Deportes el 21 de julio, pero éstos no tomaron medida alguna contra los monitores, afiliados a la Escuela de Formación de Animadores de Gaztetxoak. El responsable del departamento de Cultura, Tomás Uribeetxebarria, reconoce que varios siguieron trabajando en otros campamentos en Zeanuri y en la también vizcaína Ondarroa.

Para Uribeetxebarria, las quejas de los familiares merecen toda credibilidad: "Es imposible que. los niños hayan mentido. Un chico de ocho o nueve años cuenta las cosa s como las ha vivido". El político peneuvista explica que sus subordinados, tras recibirlas, se pusieron en contacto sólo con la directora del campamento, quien se defendió afirmando que se trataba de "dinámicas de juego" y que a los niños que pronunciaban alguna palabra en castellano sólo se les hacía cargar con dos, piedras. "Qué más da si fue una o si fueron cinco", dice Uribeetxebarria; "eso no cambia el significado". Los técnicos no se pusieron en contacto ni con los padres. ni con los pequeños.

Pero tanto para el padre de Asier como para Uribeetxebarria lo peor no fueron los castigos, sino la censura de las cartas. Los niños tenían que entregárselas a los monitores, quienes las leían y, de contener alguna queja, las retenían. Asier llegó al campamento con cuatro sobres, ya franqueados. En sus escritos suplicaba que le sacaran de allí. Ninguno llegó a su destino. "Eso no debe hacerse nunca. Los niños estaban incomunicados", afirma Uribeetxebarria.

La Diputación ha iniciado una investigación urgente tanto de la actitud de los monitores como de sus propios técnicos, por no responder con mayor prontitud a las quejas de los padres, cuyos resultados y "las acciones a emprender" dará a conocer la semana próxima. Su intención es "esclarecer el alcance de los hechos exactamente ocurridos y, en su caso, depurar cuantas responsabilidades hubiere lugar", según la nota de la institución foral.

De antemano, Uribeetxebarria, anuncia que a los monitores "que se extralimitaron en sus funciones habrá que rechazarlos para próximas actuaciones". La institución foral recalca. que la contratación de las asociaciones que llevan las colonias se hace siguiendo los criterios de publicidad y capacidad, atendiendo tanto la experiencia comprobada como los programas que presentan. Los monitores tienen la titulación requerida, habiendo uno por cada diez niños y un director responsable de la colonia".

La Diputación enfatiza que se, realizan, inspecciones tanto sanitarias como de sus técnicos para comprobar el buen funcionamiento de las udalekus. "Hechos individuales y puntuales como los que nos ocupan no pueden enturbiar el trabajo y la validez de este servicio, ni de los colectivos que profesionalmente lo han atendido y lo atienden", añade el texto. La institución foral hizo un llamamiento "a quienes puedan tener algun motivo de queja" de los campamentos para que se dirijan a ella.

Para Óscar T., el padre de Asier, estas explicaciones no bastan: tan pronto vuelvan de las vacaciones los padres de dos de los amigos de su hijo que también estuvieron en el campamento, denunciará a la Diputación por negligencia y malos tratos.

Un programa en dos idiomas para más de 5.000 muchachos

El campamento de Zeanuri forma parte del programa Udalekuak (colonias de verano), organizado cada año por las diputaciones vascas para que niños de entre 7 y 13 años puedan "practicar el euskera en un ambiente distendido", según Tomás, Uribeetxebarria, responsable del departamento de Cultura de la Diputación de Vizcaya. Existen dos modalidades: en una, como en Zeanuri, los pequeños hablan sólo en euskera; en otra, también en castellano.Después de que sus padres pagaran 21.000 pesetas, más de 5.000 muchachos, unos 1.900 de Vizcaya, han asistido este año a alguna de las 22 instalaciones. Dos tercios escogieron la variante euskaldun. La atención de los niños corre por cuenta de más de 600 jóvenes, en su mayoría, de entre 20 y 25 años. A cargo del campamento de Zeanuri se encontraba la escuela de monitores de Gaztekoak, con sede en Bilbao. Uribeetxebarria asegura que nunca había habido quejas, sobre el comportamiento de sus miembros y que la responsabilidad de lo acontecido sólo recae en el grupo de Zeanuri. Al tiempo que niega que exista una falta de control, anuncia que a partir de 1998 él mismo convocará reuniones con los directores y los. monitores para "informarles del espíritu de. libertad que ha de regir en ellas".

Pese al mal trago pasado por su hijo en Zeanuri, incluso el padre de Asier, Oscar T., afirma que sus referencias dé la inmensa mayoría de los campamentos siguen siendo buenas y que volverá a mandar a su hijo a, uno si él quiere.

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