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FERIA DE MÁLAGA

Las cinco de la tarde

Nunca he sabido el color del hilo con el que se teje la vida del torero ni he sospechado las contradicciones que rompen el pecho del artista y lo llevan a poner su vida en juego.Las cinco en punto de la tarde pueden sonar a cualquier hora y en cualquier momento. A Fernando Cepeda le sonaron en el cuarto, un toro seriamente disminuido de atrás con el que volvió a resucitar un capote demasiado tiempo apagado. Aunque fueron destellos, constituyeron un oasis.

Empezó la faena con el pase cambiado por la espalda y cobró buenas series con la derecha. Cuando toreó de verdad, hubo quilates. Con la izquierda, toro y torero anduvieron nublados. La estocada fue magnífica de ejecución.

Con el primero, la conversación fue a distancia, fina y educada, pero sin contenido.

Puerta / Cepeda, Sánchez, Ortiz

Seis toros de Julio de la Puerta, parejos de presentación y de juego discreto.Fernando Cepeda: pinchazo, estocada honda, caída y atravesada (silencio); estocada trasera desprendida (oreja). Manolo Sánchez dos pinchazos, media bajísima, tres descabellos (silencio); estocada al encuentro (división de opiniones). Ricardo Ortiz: estocada atravesada que hace guardia (oreja); pinchazo, estocada, dos descabellos (vuelta). Plaza de la Malagueta, 16 de agosto, tercera de feria, un cuarto de entrada.

Manolo Sánchez inundó el ruedo de un frío siberiano. Los toros y el torero se comunicaron su mutuo aburrimiento. Sólo sobresalió el prólogo de una dubitativa larga cambiada y el epílogo de una estocada al encuentro.

En el primero de la tarde, el toro ganó el terreno, que es como antes se ganaban las guerras. En el segundo, tablas.

Ricardo Ortiz está dispuesto y quiere. No le importa el precio. Si el toro está indeciso, él pone la decisión y el valor.

Lanceó por verónicas, navarras, chicuelinas, largas y delantales. Puso dos buenos pares, uno por los adentros y otro al quiebro, en su primero y cuadró admirablemente en la cara de su segundo.

Con la muleta, se peleó en el tercero y volvió a apostar fuerte en el último, viéndose rebasado, tal vez por no elegir correctamente los terrenos ni las distancias. Se volcó a la hora de entrar a matar, aunque la ejecución no se correspondiera con la colocación. Tal vez no sea dueño de perfumes embriagadores, pero tiene valor, ganas y aptitudes. Con menos de eso, hay quien se viste de luces muchas tardes si bien nunca le suenan las cinco en punto.

Hay toreros a los que les sopla la necesidad, a otros les hacen cosquillas los duendes y hay quien necesita sobredosis de valor.

En el caso de Manolo Sánchez, la sordera es pertinaz. Difícil, muy difícil, recordar al novillero triunfador de Las Ventas en un torero desengañado que no quiere decir nada y todavía expone menos.Cepeda, desde el cadalso de la voluntad, quiere dictar lecciones que le hagan volver a la vida. Las razones de su oscuridad no son nada diferentes de las que encienden su luz.

Ricardo Ortiz ha de entender mejor la voz de la muleta. Es arma de lidia y dominio, que puede romper a los toros con menos esfuerzo que a cuerpo limpio.

El valor también habla a través de ella, pero se ha de conjuntar con la ciencia de la tauromaquia.

Se han cruzado tres caminos a la misma hora, ¿por qué no todos se dieron cuenta de que eran las cinco?

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