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La seguridad del Rey en Mallorca moviliza a más de 1.500 miembros de Ias fuerzas de seguridad

Más de 1.500 personas, entre ellas 60 especialistas en información antiterrorista, cooperan para garantizar en Mallorca la seguridad de la familia real y de la población insular, duplicada en esta época por el turismo. Dos veranos después de que ETA pretendiera matar a don Juan Carlos en Palma, el despliegue de los cuerpos y las fuerzas de seguridad involucra también indirectamente a unidades de la Armada y del Aire, aunque los datos oficiales son un secreto. Sólo para reforzar el control del aeropuerto y las zonas turísticas el Gobierno reconoce haber enviado a Baleares a unos 600 agentes.

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La alerta policial es más que evidente mientras los Reyes residen, desde finales de julio hasta primeros de septiembre, en el palacio de Marivent. La posibilidad de un atentado acosa a Interior tras el fallido de 1995, cuando ETA situó a un comando con un rifle de precisión a menos de 300 metros de don Juan Carlos en el puerto. El director de la Guardia Civil, Santiago López Valdivieso, reconoce que la banda "puede intentarlo de nuevo", aunque sería "muy difícil" por las grandes medidas adoptadas.El servicio propio de la Casa del Rey tiene encomendado oficialmente la seguridad de los Reyes. Según sus responsables, no hay una especial inquietud. Las vigilancias fijas, las escoltas permanentes, las patrullas móviles, los helicópteros y los barcos componen una triple malla.

El dispositivo general está ensamblado con los que mantienen Felipe González y Adolfo Suárez, ex presidentes del Gobierno; Narcís Serra, ex vicepresidente, y Félix Pons, ex presidente del Congreso, que veranean en Mallorca en un radio que se recorre en media hora en coche. Discretos financieros españoles y extranjeros y ostentosos emires árabes tienen también sus propios círculos de seguridad.

En cualquier caso, el Gobierno vincula el despliegue al movimiento vacacional y, por tanto, al control preventivo de puertos, aeropuertos y hoteles.

Nada es casual ni improvisado. La identidad de decenas de miles de personas ha sido verificada. Desde la señora de la limpieza de la farmacia de Portopí, en Marivent, hasta la del frigorista del restaurante del Club Náutico. A todos los reporteros se les conoce la cara y el coche. Cualquier pareja de novios al sol y con vídeo, un travestido de alterne o un supuesto vagabundo que pernocta en un banco del parque pueden suscitar recelos.

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La familia real se pasea por la ciudad y acude a reuniones privadas. También se echa a la mar a navegar por placer o para competir en regatas. Todo ello, en medio de 500.000 visitantes continentales. Es lógico, pues, el complejo entramado de guardias civiles, policías nacionales, inspectores, agentes del Cesid, marineros de tropa o submarinistas de la Armada que se coordinan para protegerla bajo cinco helicópteros que escudriñan la isla.

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