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Isabel I

El escritor madrileñista José María de Mena, autor de numerosos estudios históricos, acaba de reabrir la investigación sobre una cuestión en otro tiempo muy discutida: la de si la reina Isabel la Católica pudo nacer en Madrid y no, como se ha venido creyendo, en Madrigal de las Altas Torres, en Ávila.En su reciente libro Historias notables de Madrid, Mena nos ofrece una serie de relatos que tienen a la ciudad por protagonista. Se refieren, por ejemplo, a la Inquisición, a los derechos de la Mesta sobre la cañada real que cruza por la Puerta de Alcalá o a las aficiones alquímicas de Felipe II, quien llamó a varios conocedores de la piedra filosofal creyendo que podría trasmutar el plomo en oro: o bien a personajes románticos como Gustavo Adolfo Bécquer o los escritores y artistas que el pintor Esquivel reunió en su famoso retrato Una lectura de Zorrilla.

De las historias notables que cuenta el libro me ha parecido especialmente interesante la que apunta la posibilidad de que la reina Isabel naciera en Madrid. Las opiniones de los biógrafos en este punto, dice Mena, están divididas. Pues mientras Bernáldez, la Crónica de Don Alvaro de Luna, el padre Flórez, Salazar de Mendoza y el confesor de la reina, Pedro Mártir de Anglería, se inclinan por Madrigal, Lucio Marineo Sículo, Colmenares, Amador de los Ríos, Mesonero Romanos y otros la hacen nacer en Madrid. Y hay una carta, procedente del Archivo de Segovia, en la que el rey Juan II, con fecha 23 de abril de 1451, comunica a los segovianos, desde el Alcázar de Madrid, el nacimiento de su hija Isabel.

La cuestión tiene interés histórico. Y no es que Mena piense, según cree, ni yo tampoco, que el hecho de que Isabel naciera en el Foro añada mucha gloria a Madrid. Nos hemos pasado más de cinco siglos sin tenerla por vecina. Por otro lado, no está bien que Madrid, que tantas glorias tiene, le vaya a quitar a Madrigal la única que la historia le ha dado. Pero, tratándose de un gran personaje, siempre gusta que villas y ciudades se disputen su cuna.

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