La policía palestina se lava las manos
Las medidas de castigo impuestas por Israel dejan a Arafat sin justificación para actuar contra los extremistas
El coronel Sameh Kanan es exactamente el tipo de palestino del que las autoridades israelíes tendrían que depender para llevar a cabo cualquier nueva oleada de detenciones de militantes islamistas. Kanan, un funcionario de alto nivel de las fuerzas palestinas de seguridad preventiva en Cisjordania, habla perfectamente hebreo y ha cooperado con los israelíes en muchos casos. Formó parte de la delegación palestina en la Conferencia de Paz de Madrid en 1991. Incluso, se le atribuye el haber salvado la vida a decenas de israelíes al interponerse en un enfrentamiento entre israelíes y palestinos en el templo de José en Nablús.Pero desde el atentado suicida en Jerusalén la semana pasada, este hombre, un importante consejero del coronel Yibril Rayub, el director de seguridad preventiva en Cisjordania y el oficial de seguridad palestino más importante, ni siquiera ha hablado con sus homólogos en los servicios de espionaje israelí. De momento, ni él, ni sus colegas, tienen la intención de detener a presuntos activistas, la acción clave que Israel pide antes de reanudar las conversaciones de paz que han quedado estancadas.
De hecho, justo en el momento en que Israel ha roto sus vínculos con los palestinos aduciendo que la Autoridad Palestina no ha cumplido con su compromiso de reprimir el terrorismo, estos funcionarios de seguridad siguen la línea de no cooperar impuesta por el líder palestino, Yasir Arafat, desde que Israel anunció sus medidas de castigo por el ataque suicida.
En horas de conversaciones esta semana, Kanan y algunos otros funcionarios de alto rango de las fuerzas de seguridad palestina expresaron dosis equivalentes de resentimiento, desesperación y alarma ante lo que ellos califican de intransigencia israelí.
Los responsables palestinos también transmitieron su preocupación de que la política de detenciones pueda irritar más aún a la gente de la calle, que ya siente que Arafat ha hecho demasiadas concesiones y que Israel no ha dado suficientes recompensas.
"La gente no apoyará estas medidas porque el cerco ya está en marcha y no hay proceso de paz", explicó el coronel Ziad Habreih, el jefe de seguridad preventiva en Nablús. "Eso quiere decir que no le podemos ofrecer ninguna razón para tomar semejante iniciativa". Sus comentarios reflejan la negativa de las fuerzas de seguridad palestinas de cumplir con las elevadas exigencias israelíes para que se adopten medidas enérgicas contra los extremistas.
Recaudación congelada
Entre tanto Israel ha jurado que, hasta que los palestinos actúen al respecto, congelará el desembolso de la parte proporcional de recaudación tributaría que debe a la AP. Un efecto directo de esta política es que, como la mayoría de los 78.000 funcionarios y policías que trabajan para la Autoridad, ninguno de los 1.500 miembros de las fuerzas de seguridad preventiva ha recibido su sueldo de este mes, que tenía que haber llegado la semana pasada.Kanan dijo que Israel apenas les ha facilitado pruebas para apoyar sus exigencias de que los palestinos detengan a los 150 militantes nombrados en varias listas israelíes y que desarmen a otros tantos. También dijo que el deterioro de la cooperación entre los israelíes y los palestinos ha hecho casi imposible para las autoridades palestinas justificar ante los ciudadanos normales, y en concreto ante los musulmanes conservadores, por deberían aceptar las exigencias israelíes.
La combinación de tácticas de presión, privación financiera e increíbles exigencias por parte de los israelíes, explicó Kanan, ha dejado a los palestinos en una postura insostenible. "Es como esposar a un hombre, tirarle al agua y luego decirle que nade", explicó Kanan.
Los sentimientos expuestos por los funcionarios de seguridad palestinos hacen hincapié en el dilema al que se enfrenta Arafat a la hora de decidir cómo responder a las exigencias impuestas por Israel y reforzadas por el presidente estadounidense, Bill Clinton, y otros funcionarios de alto nivel de Washington esta semana. Los palestinos han actuado en el pasado para detener a numerosos presuntos activistas, en particular tras los cuatro atentados suicidas en febrero y marzo de 1996, cuando detuvieron a no menos de 1.500 personas. Pero apenas un centenar de los detenidos siguen en la cárcel, un hecho que los israelíes utilizan para mostrar que, Arafat no ha actuado seriamente para extirpar a los terroristas.
A los consejeros de Arafat les preocupa que el apoyo de los palestinos de la calle, ya delicado, podría bajar aún más si llegan a la conclusión de que Arafat se ha humillado ante los israelíes o ha castigado de manera, injusta a los islamistas.
"Tenemos leyes", dice Habreih. "Mantuvimos a algunas de esas personas en la cárcel durante seis o siete meses sin acusarles, y eso va en contra de la ley. La Autoridad Palestina no es la herramienta del Gobierno de Netanyahu; es una fuerza independiente".
Los oficiales aseguran que lo que más les molesta son las insinuaciones de que las autoridades palestinas son responsables del atentado de la semana pasada, en el que murieron 13 israelíes y los dos suicidas en un mercado de Jerusalén.
"No pueden encontrar a los suicidas, por lo tanto quieren echar la culpa a la Autoridad Palestina", dijo Kanan. "Netanyahu debería de asumir la culpa él mismo, porque ocurrió en Jerusalén".
Aunque no han culpado directamente del atentado a la Autoridad Palestina, Netanyahu y su Gobierno consideran que las relajadas medidas de seguridad por parte de los palestinos dejaron libres a los activistas islámicos cuando tenían que haber estado en la cárcel, y que la tolerancia oficial de propaganda vitriólica contra Israel ha creado un tono que contribuye a los ataques.
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