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Helmut Kohl convierte las graves inundaciones en instrumento para la unidad

Las inundaciones en la región del Oder, en la frontera entre Alemania y Polonia, sacan a relucir viejos resentimientos entre los dos países vecinos, pero al mismo tiempo sirven para presentar la cara agradable del Ejército federal alemán y para fortalecer la reunificación de las dos Alemanias. El canciller democristiano Helmut Kohl (CDU), que ayer visitó por segunda vez la zona afectada por las inundaciones, declaró: "Esta primera catástrofe natural tras la reunificación de Alemania se debe asumir como una tarea nacional".

Ante las desgracias, los alemanes suelen sacar a relucir una expresión que revela el colmo del pragmatismo: convertir la necesidad en virtud. Éste parece ser el lema de actuación de buena parte de los implicados con la excepción de los afectados, que bastante tienen con la que se les ha venido encima.Kohl, que visitó ayer la zona, es un político lo bastante curtido como para comprender que le pueden echar en cara su presencia allí y se curó en salud al advertir: "No he venido aquí para fotografiarme sino para ayudaros". Algunos se mostraban remolones ante semejante ayuda. Un hombre se quejaba, porque no aceptaba que la policía no le permitiese acceder a la zona inundada y hubiese tenido que abandonar su casa, mientras Kohl sí podía entrar.

El descontento de los habitantes de esa región, afectada con tasas de desempleo en tomo al 20% y ahora sumida en la desgracia de las inundaciones, resulta palpable. Michael, un empleado de 29 años, al escuchar ayer en la radio la noticia de que un dique se había roto, apenas podía contenerse: "Ahí tenían que poner a Kohl".

Desencanto en el Este

Dagrnar, madre de tres hijos a sus 35 años, que se quedó sin trabajo en unos grandes almacenes, no se recata en dar rienda suelta a su desencanto con la Alemania unida. No obstante, Dagmar reconoce que le sorprendió la ayuda que los del Este han recibido ahora del Oeste: "Había pensado que nos dejarían solos, pero han venido voluntarios". Se manifiesta Dagmar escéptica sobre las ayudas que puedan recibir los damnificados: "En Colonia estuvieron inundados hace dos años y todavía no han cobrado".La catástrofe ha servido para presentar el rostro amable del Ejército federal alemán, sobre todo en el Este, donde su apoyo popular está todavía en pañales. Los jóvenes soldados que aparecen en todos los telediarios cargando sacos de arena en lucha contra el agua proporcionan una propaganda impagable en horas de masiva audiencia. Una excelente oportunidad para lavar la cara y hacer olvidar los incidentes xenófobos y la grabación de ejecuciones simuladas.

Pero apenas se pregunta por la responsabilidad de Polonia en la catástrofe afloran los viejos resentimientos antipolacos. Por lo que cuentan en Francfort, en Polonia también circulan historias similares. Del lado alemán culpan a Polonia de no haber avisado con anticipación del desagüe de algunos embalses. Las versiones sobre la posible contaminación de las aguas también se atribuyen a la suciedad que pueda arrastrar el río desde Polonia. Muchos de los que se negaban a abandonar sus casas lo hacían con el argumento de que los polacos vendrían a robar.

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Entre los dos países las relaciones siempre fueron difíciles. Polonia fue invadida por la Alemania de Hifler, y después desapareció del mapa. Luego vino la frontera creada tras la II Guerra Mundial, la línea Oder-Neise. La República Federal de Alemania reivindicaba esos territorios hoy polacos de Pomerania y Silesia, hasta que se logró la reunificación alemana y renunció a ellos.

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