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Cinco novias narcorridas

Hazañas bélicas, descarrilamientos de trenes, crímenes pasionales, desventuras de célebres bandidos... Hubo una época, mexicana y gloriosa, en que toda barbaridad, en lugar de acabar en crónica periodística, andaba en coplas, jácaras o romances pegadizos, que iban directamente al cuello de la afición insaciable: "Voy a cantarles un corrido muy mentado / lo que ha pasado allá en la Hacienda de la Flor,/ la triste historia de un ranchero enamorado/ que fue borracho, parrandero y jugador". Acontecer en caliente, brincos recontentones, estrambotes con moralina, jarana en polvorosa, dramón bailable, sexo y violencia, saber perder toda la sangre fría en la refriega decisiva, ahí, casi a la vuelta de la estrofa o a vuelta y media de la esquina; y también, antes de abrir la boca, tenerlo todo claro y de primera mano, además de tener el sumo gusto, viril, de contarlo y cantarlo así, con pelos y señales, con muy nobles propósitos, como en la introducción, hablada y dialogada, del espectacular Jefe de jefes, el nuevo disco doble de Los Tigres del Norte, donde el otro le dice a uno: "A mí me gustan los corridos porque son los hechos reales de nuestro pueblo". A lo que el uno, por supuesto, asiente, todavía de mejor gana: "Sí, a mí también me gustan porque en ellos se canta la pura verdad". ¡Ay, Chihuahua! Música facilita, ¿verdad?, y palabrotas mayores.En definitiva, corrimiento de urgencia. Con el verdadero entusiasmo, tan compartible como concluyente, de ya empezar hablando en puridad: "Pues ponlos, pues. ¡Orale, ahí va!". Y los ponen, uno tras otro (dos compactos, 19 corridos), y vaya si nos vienen al trote, cuadren o no las cuentas lavadas entre la orilla del poner, y la del tener que llegar a dar con ello, al menos hasta aquí, a lomos del caballo conquistador y blanco de Santiago. Vienen atiborrados de droga estos corridos, narcorridos más bien ,desde el fondo empolvado de los tiempos que corren. Son lo que quieren ser: épica serranota en papela de a folio, docudrama sonoro del aspirar al expirar, alucine tarantinero y burbujas de porcelana fina en salita hortera de estar. Sabias dosis, con fe no entrecortada, de denuncia, lirismo, melodrama, patriotismo y buenos consejos.. Los héroes aireados por Los Tigres del Norte ya no son Gabino Barrera, Román Castillo, Juan Charrasqueado, Arnulfo González o el llamado Ojo de Vidrio, aquél que supo agonizar sin dejar de lanzar carcajadas. No son don juanes compulsivos ni románticos bandoleros. Son mafiosos de altos vuelos, del Güero Palma a Amado Carrillo (El señor de los cielos), pasando por el general ("¡ay, mami, estás buena!") Jesús Gutiérrez Rebollo y la familia del ex presidente Carlos Salinas de Gortari, apodado en México El Chupacabras hace sólo unos meses y ahora ya El Chupatodo. Corrimiento de urgencia, sí.

Se dice de lo otro como de la vida: "¡Qué carga!". Los Tigres del Norte se la echan entre pecho y espalda; son sensibles, en suma, al argumento del acaudalado legal: "Aventurero y mojado,/ hablando muy bien inglés,/ ya me pasié por Atlanta ,/ por Oklahoma también./ Decía una güera en Florida:/ I love you mexican men". Pero saben escuchar las fanfarronadas de los padrinos tropicalegales: "Ya no gasten en radares/ ni destrozando mis pistas] Yo soy un ave nocturna/ que aterriza en cualquier milpa / Además, el día que caiga/ caerán muchos de allá arriba". Y, en vez de los caballos y las locomotoras de antaño, resuenan helicópteros, camiones de doble fondo, troconas negras, trailers, cuernos de chivo, carabinas del 12, las R-15 y la malicia, al paso, de, al pronunciar "primero", dar a entender "PRI-mero", ¡qué onda! Gallos finos y muchachas bonitas, comandantes y periodistas, ranchos y hospitales, banqueros y gallinas, soplones y federales... Flora y fauna del narcorrido.

Así las cosas en la doble patria ("ni aquí ni allá,/ ni allá ni aquí") las novias de estos héroes modernos ya no pueden llamarse sin sonrojo Rosita, Adelita, Lupita, Marieta o Valentina. Los Tigres del Norte nos dicen, de carrerilla y de corrido, cómo se llaman y dónde habitan las novias más queridas de los traficantes: "Blanca Nieves, en Colombia./ Marijuana, en Culiacán./Amapola está en Durango;/en la sierra la hallarán./ Y La Negra está en Guerrero./ Y Cristal en Michoacán". Y, claro, esas cinco novias narcorridas "son muy malas en verdad, / el que se mete con ellas/ tal vez le puede pesar".

Con lo cual, y con Alcatraz como telón de fondo, una vez más volvemos a saber, gracias al narcorrido-protesta -cóctel de buen ritmo, instinto popular y sentido común-, que las mujeres y las drogas, tan iguales al término, tienen, en realidad, la culpa de todos los desastres que pasan. ¡Qué descarga, güey, qué descarga!

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